Lo que son las cosas, hace unas semanas os recomendaba la última novela de Isabel Allende, que, como os decía, está ambientada la primera parte de ella, en Haití, y ahora este país vuelve a mi mundo y a la vida de tod@s nosotr@s de la más triste de las maneras: un terremoto lo ha destruido. Nacer en Haití es nacer abocado al sufrimiento, es una gran prueba de fortaleza. Pero estos días, tod@s aquell@s que poblamos el planeta Tierra y que estemos en condiciones de poder asumirlas, tenemos dos grandes pruebas: una es la solidaridad. No vale la típica frase: " que se encargue el gobierno", el gobierno tendrá que hacer lo que le corresponda como gobierno y nosotr@s tenemos el deber de hacer lo que nos corresponda como ciudadanos y como seres humanos que somos.
La otra gran prueba es la de la reflexión. Lo que hoy ha sucedido en Haití mañana puede pasar aquí. Son unos segundos, sólo unos segundos. Y tu casa, la que has estado pagando durante tantos años, se viene abajo, y entonces no te acuerdas de lo que te ha costado pagarla, sólo tienes en cuenta una cosa: que has salvado tu vida y que los tuyos estén bien.
Y esto nos lleva a pensar que en realidad nada nos pertenece. La vida es efímera. Es un hilo. Y al final, en el último instante, que quizá es el primero, nos damos cuenta de lo que realmente vale la pena.
Reflexionemos sobre ésto antes de que los medios de descomunicación dictaminen que ya no debemos sufrir más por Haití y vayan con sus cámaras a retratar otras desgracias