“ … De una tiernísima tristeza,
tan desvalido, tan dulce…
él era el único que no se quería”
Joaquín Sabina
Para Enrique Urquijo
Si aquella madrugada yo hubiera sido viento
te habría arrullado con algodón, te habría dicho bajito:
“ Déjame… estar contigo,
perseguir sueños rotos
y coserlos con el hilo de tus ojos.
Déjame…acompañarte al lugar donde tus letras
crecían en mi pupitre”.
Y sabiéndote seguro
habría vuelto al portal extraviado
de aquel barrio de Madrid
inventando remolinos con pétalos de flores.
Pero aquella madrugada no fui viento
y hoy me queda la añoranza de su suerte:
Sólo él escuchó la última palabra de un poeta.
Autora: Cristina Carrasco
Este poema se publicará en el poemario " Recetario para una laminera" y como ya habéis visto, está dedicado a él, que seguro habita los sueños del Parnaso, que me cubrió de poesía en la adolescencia y me acercó a la música en medio de una movida que revolucionaba Madrid, en una época que invitaba a abrir los ojos a nuevas experiencias. Siempre contigo, Enrique. Siempre aquí. Donde tú estés.