Imagen: Katia Gridneva
Cuando de jovencita oía que alguien había llorado por la muerte de un actor o músico no lo podía entender. Pero si deja lo que hemos disfrutado de él o ella : su música, su obra, que estarán siempre para que las gocemos, pensaba yo... Pero un día, a Enrique Urquijo se le paró el reloj en un portal de Malasaña y lloré cuando oí la noticia.
Hoy no he llegado a derramar lágrimas al saber que se ha ido Manolo Tena, pero he sentido nostalgia de lo que él y muchos otros, muchas otras, representan: la movida. Aquel descubrimiento de todo. Aquella libertad.
Tal vez, si un hada buena nos concediera el deseo de volver por unas horas a aquellos tiempos, nos daríamos cuenta de que no fueron tan felices ni tan dorados porque estuvieron repletos de incertidumbre, crisis, jeringuillas y terrorismo. Pero frente a la incertidumbre, la crisis, las jeringuillas y el terrorismo, estuvieron los Manolo Tena, los Secretos, los Duncan Dhu, las Alaska, los almodóvar...
Cada vez que alguno de ellos termina su ciclo es como si aquellos tiempos de revolución en el arte y la cultura quedaran un poco más lejos y dieran un pasito hacia atrás dejando entre aquella movida y nosotr@s, un poco más de vacío que sólo se puede intentar llenar con un puñadito de nostalgia.
Adiós Manolo, tocaremos madera.
(Cristina Carrasco García)