Cuando esté muerta, mi amor,
no cantes tristes canciones para mí,
no plantes rosas en mi cabeza
ni sombríos cipreses.
Sé la hierba verde sobre mí,
con rocíos y gotas mójame;
y si te marchitas, recuerda,
y si te marchitas, olvida.
Ya no veré las sombras,
no sentiré la lluvia,
no escucharé al ruiseñor
cantando su dolor.
Y soñando a través del crepúsculo
que no crece ni desciende,
felizmente recordaré,
felizmente olvidaré.
Imagen: tomada del blog:
http://princesanadie.blogspot.com
Recuerda
Recuérdame cuando haya marchado lejos,
muy lejos, hacia la tierra silenciosa:
Cuando mi mano ya no puedas sostener,
ni yo, dudando en partir, quiera todavía permanecer.
Recuérdame cuando ya no exista lo cotidiano,
donde me revelabas nuestro futuro planeado.
Sólo recuérdame, bien lo sabes,
cuando sea tarde para los consuelos, las plegarias.
Aunque debas olvidarme por un momento
para luego recordarme, no lo lamentes,
pues la oscuridad y la corrupción dejan
un vestigio de los pensamientos que tuve:
es mejor que me olvides y sonrías
a que debas recordarme en la tristeza.