miércoles, 10 de mayo de 2017

Tres poemas de Martina Brisac

Como alondra sobre un mar de centeno,
perdida, en un valle de espigas infinito.
Me pregunto si has danzado alguna vez,
entre el tumulto silencioso de sus tallos,
o alguna vez fuiste otra cosa diferente a ti,
algo parecido al niño que cabalga la hierba
o el remoto azul con alma de pájaro.
Dime ¿era eso libertad, o es el precio de crear
lo que hace inabarcable el mundo?

Imagen: Michelle Murray

Páralo todo
y deja que me quede en esta luz.
Allá la noche lamiendo faros,
disturbios, tempestades,
pero aquí, cálido tu vientre,
me dice ven,
levanta una sonrisa azul
bajo tu falda,
páralo todo,
y quédate conmigo,
en este regazo de luz
incandescente.


Imagen: Anastasia Buzuneeva



Quién diría que así dormidos,
enlazados apenas por los brazos,
hemos sido capaces de sostener el mundo.
Quién diría que el amor es frágil,
que somos la causa perdida,
el arma más pequeña,
el discurso más monótono.

Qué ocurriría si el amor
desertara de todos los poemas,
qué sería del cielo sin aves,
y de las ramas desnudas,
y de esa leve luz
que vierten sobre el mundo
los cuerpos fundidos de los amantes.