A veces te das cuenta de que los poemas tienen vida propia.
Y te lo dicen con pequeñas señales casi imperceptibles para la cotidiana atención.
Un ejemplo de ello es un poema que le dediqué a mi abuela.
Ya nació en circunstancias extrañas: mi abuela caminaba de la mano del olvido pero nada hacia presagiar el final, sin embargo yo siempre había presentido que cuando le escribiera un poema ella moriría. Aquella tarde se me olvidó el presentimiento y cuando estaba poniendo el punto y final, sonó el teléfono y era mi hermana: " Se ha muerto la abuela"...
En el único lugar público donde quise que figuraran esos versos fue en su libro de condolencias. Me negué a ponerlo en ningún poemario.
Pero como digo, los poemas tienen vida y aspiraciones propias.
Pasaron bastantes años...
Y mi madre me sugirió leerlo en el recital poético que todos los años hace la escuela de adultos donde ella iba. Era un poema dedicado a su madre.... ¿ cómo me iba a negar? La escuela recopila los poemas que l@s alumn@s leen en un pequeño dosier y ahí comenzó su andadura en solitario.
"María" que así se titula, ha sido leído en numerosas ocasiones por muchas personas.
El año pasado me pidieron que lo hiciera yo en el recital por el día de la dona y por primera vez lo dije en voz alta.
Este año no he podido ir a ese recital y hace unos momentos M.M Pilar Martínez Martínez, una mujer que para mí encarna tantos valores, me ha dicho que lo leyó ella en esa fiesta poética.
Es curioso, es un poema que nació pobre, lleno de nostalgia y sin mucha pretensión pero ahí anda, contando la sencilla historia de una mujer como tantas y de una nieta a la que le gustaba que su abuela le preparara los sábados la merienda de pan con chocolate. Nada más.
Quizá alguien piense que debería escribirlo aquí pero no lo voy a hacer."María" sabe buscarse la vida. Ya lo ha demostrado.
Muchas gracias M Pilar Martínez Martínez.
Otro día os contaré la historia del poema del abuelo.... también es especial. Besos.
( Cris Carrasco García)
Imagen: Barbara Jaskiewicz