miércoles, 2 de enero de 2019

Pececitos en la estación del frío



Mi dulce hermana:

Un velo de tristeza se ha tejido sobre nosotros. Tú ya lo sabes ¿verdad? ¿Está contigo el pequeño ser? ¿Lo estás guiando para que llegue hasta ti? 
Si es así me siento mucho más aliviada. 
¡Qué dolorosa es a veces la impermanencia y cuánto cuesta abrir los brazos!.
Lo pienso.... tan bello, tan dulce. Como todas las criaturas. 
Y también pienso en nuestro Príncipe y su inmensa tristeza ¡le está escribiendo unas cosas tan bonitas! más que nunca nos necesita y necesita escribir. 
Este es uno de los poemas que le ha dedicado. Mira qué preciosidad:

Todo lo que se marcha de repente,
de golpe y sin avisar,
se queda,
vive y vivirá para siempre,
en nuestro silencio.
Sólo en ese punto de encuentro,
en ese lugar tan nuestro,
sólo ahí,
donde todo cabe
estará y estaremos
hasta el reencuentro.
Esta gran tormenta me ha pillado lejos y quisiera tener unos brazos largos como el puente más largo del universo para poder abrazar a tantos que ahora caminan con el corazón destrozado. No me importaría que se me deformaran y se me quedaran larguísimos para siempre. Así podría abrazar a todos sin excepción.
Dicen que en la vida siempre hay una muerte que nos vuelve del revés, nos atraviesa y nos desintegra. Después de ésta, las otras muertes que vivamos, aunque nos duelan, siempre serán más livianas. El dolor nos dejará caminar y respirar al mismo tiempo. Pero con LA GRAN MUERTE, no. En los primeros tiempos tendremos que andar unos pasitos cortos, parar y respirar porque el dolor abarcará tanto espacio que no nos dejará hacer las dos cosas a la vez. Quizá sea cierto y para El Príncipe, ésta ha sido su gran muerte.
 El otro día, en el estanque helado del bosque,vi en lo más bajo del todo, un pececito naranja que se movía muy despacio. Le pregunté a un señor que cuida del bosque si el pececito  no se moría y me dijo que no: "Espera allá abajo a que se funda el hielo". Quizá Nosotros somos pequeños seres naranja que en lugar de lanzar piedras contra el agua helada o preguntarnos continuamente por qué, debamos esperar a que termine la estación del frío. 
Mientras tanto, sigo intentando ayudar a este ser de rizos rubios a transitar en el bardo. Cuarenta y nueve días...
Esta navidad tiene su nombre y la de El Príncipe. 

Un beso
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Texto : Cris Carrasco García y poema de Shiro Dani
Imagen: Shiro Dani