sábado, 9 de mayo de 2020

Enfadada



Querida hermana:

Estoy contenta de que no estés aquí para vivirlo y en la tierra pura donde seguro estás, puedas vagar en libertad volando con el viento. 
El confinamiento lo llevé muy bien. Para mí fue un retiro espiritual donde me creé un refugio; pero la desescalada... se me ha presentado con toda su crudeza en forma de furia. 
No estoy enfadad con la vida. Ni con el virus. Ni con el samsara, que, a fin de cuentas, es samsara. 
Estoy enfadada con la ignorancia. Con la irresponsabilidad. Con el egocentrismo. 
El mundo se ha vuelto una senda angosta repleta de mascarillas y guantes tirados por el suelo. 
Estoy furiosa como no recordaba estarlo desde hace mucho tiempo. 
Quizá sean las hormonas o el futuro incierto, o el confrontamiento cara a cara con la necedad.
Soy presa de una llama que me arde y me invita al grito y a las lágrimas. 
Necesito retirarme entre un paréntesis donde un mundo bello y delicado me susurre que no todo está perdido. 
No vivo ni he vivido en la ilusión de creer que esta pandemia dará lugar a un mundo mejor. Cuando todo ésto acabe, habrá quien será mejor, quien no habrá aprendido nada o quien será más miedoso, egoísta o avaricioso porque no partimos todos de una igualdad en el nivel espiritual, así que cada uno, cada una, sacará de este túnel lo que esté preparado o preparada para aprender. 
A lo largo de la historia ha habido innumerables epidemias, pandemias y catástrofes y ninguna de ellas transformó el mundo en un paraíso . 
Por cierto, el otro día supe que Mary Shelley escribió Frankestein cuando estaba confinada. Para que veas que ésto no es nada nuevo. 
Y ya me voy con mi mal humor, reflexiones y cuestiones. Me he dado permiso para vagabundear y pensar que quiero relajarme y tomarme un respiro en algunas cosas. 
Necesito la libertad de no tener que mirar cara a cara a la idiotez.
Se despide alguien a quien todavía le falta mucho camino para la iluminación.

Que la fase cero del desconfinamiento (porque no hemos pasado a la uno) lleve hasta ti este abrazo que sólo contagia amor.

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Texto: Cris Carrasco García

Imagen: Francine Van Hove