Querida hermana:
La última vez que te escribí te imaginé paseando por la nieve que lo cubría todo ¿recuerdas? Pues ahora el sol ya brilla con alegría de primavera.
Las mimosas y los almendros tienen flor y a muchos árboles se les adivinan las gemas que dentro de muy poco tiempo se convertirán en flores.
La vida vuelve a renacer como cada año y aunque sea así siempre, parece un milagro. El milagro de cada año.
Quizá por todo ello estos días me siento cubierta por una sábana de somnolencia y cansancio.
Cansancio... en estos tiempos, tod@s caminamos con fatiga en la mirada. Es difícil no salir de casa, es duro no poder ver a la familia ni a l@s amig@s. Cuando me visitan estas emociones intento animarme pensando en los sufrimientos que ha tenido que soportar la humanidad a lo largo de la historia: guerras, hambrunas, epidemias... La segunda guerra mundial duró seis años y los supervivientes tuvieron que vivir esos seis años con las bombas, los nazis, el hambre, la lejanía de los seres queridos... aun así sobrevivieron y cuando acabó todo, muchos volvieron a organizar sus vidas y siguieron viviendo. Pensar en todo esto me da fuerzas y ánimo. El ser humano tiene una fuerza interior conmovedora.
Los sonidos que se oyen desde casa son siempre los mismos. Los árboles que veo desde la ventana son siempre los mismos. Los paseos con Bella son siempre al mismo lugar. Los días se han vestido de una monotonía parecida al día de la marmota y sin embargo, no me siento infeliz ni desgraciada ni triste. Las cosas son así y en medio de esta música rutinaria siempre encuentro historias y detalles que me alientan.
Y tú ¿estás bien? ¡Cuánto valor ha tomado esta pregunta desde hace un tiempo! antes eran palabras vanas, cortesía, y ahora sustentan la fina línea entre la salud y la enfermedad, entre la vida y la muerte, entre el vamos tirando o el nos ha pillado el virus...
Yo sé que tú estás bien. Quizá algo triste por ver lo que está ocurriendo pero sabes que saldemos de ésta.
Y ahora me voy con mi rutina a tomar una taza de leche de avena y un trocito de torta.
A veces la monotonía esconde tesoros.
Que las mimosas florecidas lleven hasta ti mi abrazo.
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Autora: Cris Carrasco García.
Imagen: Desconozco su autor/a
Extraída de Pinterest.