Querida hermana:
A veces, cuando ocurren cosas tan graves como lo que está ocurriendo en Ucrania y por unos instantes me siento feliz, no puedo dejar de preguntarme si es justa mi felicidad habiendo tantos seres que sufren.
Y no sé la respuesta pero quizá nuestra alegría, siempre que no sea frívola, puede ser un regalo para los que ahora no pueden sonreír. Para los que tienen miedo. Para los que deben huir sin mirar atrás pero con el corazón allí donde se queda todo.
¿Tenemos derecho a la alegría?
Quizá sí.
Por todos los seres.
Que la tristeza con un toque de alegría o la alegría que nunca es completa lleven hasta ti mi abrazo
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Texto: Cris Carrasco García
Imagen: Cris Carrasco García