martes, 5 de enero de 2010

TRISTEZA

Ayer por la tarde fuimos Barbara y yo a comprar los últimos regalos que nos quedaban y cuando salimos de la Fnac nos encontrarmos con una escena que nos removió el corazón: había aparcado en la puerta de estos grandes almacenes un coche patrulla y hacia él iban dos policías municipales cada uno al lado de un hombre al que llevaban esposado. Y detrás de ellos, ladrándoles a los policías, un perro, sin duda propiedad o "adopción " del hombre detenido. Como son estas fechas, la puerta de la Fnac estaba a revosar y todo el mundo nos quedamos esperando con el corazón encogido para ver qué iban a hacer con el pobre animal , si lo iban a meter también en el coche patrulla o lo iban a dejar allí.
Una señora se acercó a uno de los agentes y le preguntó si al perro también se lo iban a llevar y él le dijo que no, que el perro no podía ir con su dueño. Metieron al hombre detenido en el coche, y el perrito siguió ladrando, moviéndose inquieto, quizá presintiendo lo que iba a pasar.
Llovía, pero nadie nos movíamos de aquel lugar, el hombre detenido miraba a través del cristal a su perro con la impotencia marcada en el rostro y el perro miraba a su amo.
Unas mujeres jóvenes se acercaron al perro y lo acariciaron. Y después el coche patrulla se fue dejando solo, abandonado y desconcertado al animal.
Ayer, "las fuerzas de seguridad" me dieron un gran ejemplo de crueldad y de indiferencia ante el sufrimiento.