lunes, 28 de junio de 2010

LO APRENDÍ EN EL JARDÍN DE INFANCIA


Este texto no es poesía en sí, aunque en mi opinión no le falta un transfondo poético. Además, ya conocéis mi habilidad para saltarme las normas.
Hubo una época ( la época bonita de mi trabajo) en que este artículo fue el rey del tablón de anuncios, incluso una navidad como decoración pusimos un "abeto" de papel pegado en la pared y la estrella era este escrito. ¿ A que no anda exento de razón?


LO APRENDÍ EN EL JARDÍN DE INFANCIA

“Todo lo que hay que saber sobre cómo vivir y qué hacer y cómo debo ser lo aprendí en el jardín de infancia. La sabiduría no está en la cima de la montaña de la universidad, sino allí, en el arenero.
Éstas son las cosas que aprendí:
Compártelo todo. Juega limpio. No le pegues a la gente. Vuelve a poner las cosas donde las encontraste.Limpia siempre lo que ensucies.No te lleves lo que no es tuyo.Pide perdón cuando lastimes a alguien.Lávate las manos antes de comer.Las galletitas calientes y la leche fría son buenísimas.Vive una vida equilibrada, aprende algo y piensa en algo y dibujay pinta y canta y baila y juega y trabaja cada día un poco.Duerme la siesta todas las tardes.Cuando salgas al mundo, ten cuidado con el tráfico,tómate de las manos y no te alejes.Permanece atento a lo maravilloso. Recuerda la pequeña semilla en el vaso: las raíces bajan, la planta sube y nadie sabe realmente cómo ni por qué, pero todos somos así.Los peces de colores, los hámsters y los ratones blancos e incluso la pequeña semilla del vaso, todos mueren.Y nosotros también.Y entonces recuerda una de las primeras palabras que aprendiste, la más grande de todas: ‘Mira!’.
Así que todo lo que necesitas saber está allí en alguna parte. El amor y la higiene básica. La ecología y la política, la igualdad y la vida sana.Toma cualquiera de estos ítems, tradúcelo en términos adultos sofisticados y aplícalo a tu vida familiar o a tu trabajo, a tu gobierno o a tu mundo, y se mantendrá verdadero, claro y firme. Piensa cuánto mejor sería el mundo si todos -todo el mundo- tomásemos galletitas con leche cada tarde a las tres y después nos acurrucáramos en nuestras mantas par dormir la siesta. O si todos los gobiernos tuviesen como política básica volver siempre a poner las cosas donde las encontraron y limpiar lo que ensuciaron.
Y aún es verdad, no importa cuán viejos seamos, que al salir al mundo es mejor tomarnos de las manos y no alejarnos.

Tomado de “Todo lo que hay que necesitaba saber lo aprendí en el jardín de infantes”, de Robert Fulghum