A veces pienso que alguien del Universo por la mañana, bien temprano para que no se le haga tarde, me señala con el dedo y me dice bajito: hoy tocan Cristinadas. Y no hay nada que hacer, sólo Cristinadas.
El día ha comenzado con un espléndido sol tal y como Barbara ha visto en las trescientas veinte mil cuatrocientas setenta y cinco veces que ha mirado la predicción en Internet . Lo ha consultado tantas veces porque para hoy teníamos programada una ruta de senderismo de "alta montaña" con dos primas suyas. Dos montañeras de pro que no me conocen demasiado pero que al acabar el día le han dicho a Barbara que soy un personaje...
A las siete menos cuarto han tocado diana y cuando abro la puerta del cuarto de baño veo a Barbara embutida en un forro polar de esos que si te lo pones incluso en invierno debe parecerte que vives en un clima tropical. Le pregunto que dónde va con eso y me dice que "allá arriba" hará frío. Le respondo que vamos a la montaña pero que estamos en agosto incluso en la montaña y que con una chaqueta de chandal nos sobrará. Me hace caso.
Me calzo las botas nuevas de montaña. El izquierdo bien. El derecho me roza ligeramente detrás pero pienso que no es nada. Antes de ir a casa de las primas de Barbara vamos a la plaza del pueblo a comprar unas cosas y cada vez noto más molestia pero no digo nada. En casa de las primas me aflojo el cordón de la bota del pie derecho.
Subimos a Piancavallo, una estación de eskí , a tomar un café. Como tengo ganas de "hacer un pis" voy al baño y no puedo desabrocharme el cinturón, jolín esta manía de comparme los cinturones en los chinos, con mucho esfuerzo logro aflojarlo un poco y así puedo bajar algo el pantalón. Entonces surge la primera catástrofe: como es un baño público no me siento en el w.c y cuando voy a subirme el pantalón... noto que está más caliente de lo normal en la parte dedicada a las posaderas... es que casi nunca llevo pantalones, no me aclaro muy bien en los baños públicos y encima el problema del cinturón. Pienso qué puedo hacer mientras intento apretar la parte del cinturón que he aflojado y que ahora no puedo mover. Mientras tanto Barbara entra en el baño y me pregunta si me pasa algo... me doy cuenta que no tengo más remedio que salir y explicar lo sucedido. Barbara se lo toma un poco a la tremenda y cuando se calma me dice bueno, yo iré detrás de ti para que no se te note.
¡ Pues menos mal que no quería que se me notara! porque en cuanto hemos salido del baño ha tardado un nanosegundo en contarles a sus primas el episodio. Se lo han tomado con bastante humor.
Mientras vamos al coche para acercarnos más al comienzo del sendero noto que el pie derecho va mal. Bastante mal . Así que mi preocupación aumenta porque siento el comienzo de una rozadura pero sufro en silencio mi calor húmedo en las posaderas y el parto de mi rozadura. Ya en el coche me entra la desesperación y cuando estamos como cinco minutos circulando mi silencio se torna aullido pidiendo una tirita que nadie tiene. Las primas de Barbara me ofrecen volver a Piancavallo y comprar un paquete ... volvemos. Me hacen una cura de herida de guerra con una tirita, dos pañuelos de papel y un esparadrapo.
¿ El otro pie también te molesta?. No, proprio per niente, sto benissimo. Comenzamos la marcha en el coche y cuando llegamos la naturaleza nos recibe con los brazos abiertos. La caminata se hace preciosa y lo sería más si no me hubiera empezado a doler el pie izquierdo. En el mismo lugar en el que antes me dolía el derecho ( a estas alturas la humedad ya se había secado, uf, un problema menos). Así es que paramos. Cura de herida de guerra en el pie izquierdo y continuamos. Tres preciosas horas caminando en la montaña.
Hasta que llega la hora de comer y volvemos a la estación de eski y una de las primas de Barbara ve que el telesilla está en movimiento y va a preguntar a dónde lleva. Le contestan que a un refugio que hay en la cima de la montaña donde se puede comer y hay unas vistas de paraíso. Vuelve entusiasmada y debatimos si subimos. A estas alturas ya me he dado cuenta de que he hecho bastantes cristinadas en el día, así que yo antes de votar prefiero poner cara de póker y no decir que nunca he subido en un chisme de esos ( porque aunque amo la montaña odio todo lo que "me asciende o desciende" artificialmente) . Pero "Dora Exploradora" ( la prima de Barbara, que luego sabréis por qué la llamo así) insiste con tal entusiasmo que su voto vale por dos o por tres. En el camino para comprar las entradas Barbara me pregunta por qué no quiero subir e intento poner cara de póker pero... ¡cómo me conoce la jodía! porque tarda otro nanosegundo en averiguar que tengo miedo porque es mi primera vez y tarda otro nanosegundo más en proclamarlo a voz en grito. También se lo toman con bastante humor. Nos tienen que dejar dos impermeables que ellas llevan de más porque nosotras sólo hemos salido con escuetas y miserables chaquetas de chandal....
Y todo va bastante bien hasta la hora de bajar. Porque yo pregunto: ¿ por qué las montañas son tan altas?
¿ Por qué los telesilla son tan altos? y ¿ por qué en las bajadas el aire siempre viene de cara y en la alta montaña hace siempre frío aunque sea agosto? Mientras miro el horizonte para no mirar hacia abajo y me refugio en la fantasía de que cuando ésto acabe habrá alguien esperándome con un plato de sopa hirviendo, Barbara me recuerda una y otra vez que, por recomendación mía, ha dejado un forro polar en la habitación. Porque claro, aunque sea la montaña, estamos en agosto... Y en estas andamos cuando el telesilla se para sin avisar. Así. Por las buenas. Porque él lo vale. En medio del abismo y del frío. Entonces entra en acción Dora Exploradora y de una mochila que lleva del tamaño de una mesilla de noche comienza a sacar: unos guantes para la que tiene frío en las manos, un forro polar para la que se lo dejó en casa, un gorro para la que tiene miedo de que le salgan sabañones en las orejas, crema hidratante para la cara y cuando el telesilla ¡bendito sea Dios! comienza a funcionar dice que vaya rollo ahora que iba a sacar el móvil y llamar a una amiga.
( Bajando hubo quien se atrevió a hacer fotos).
Hemos llegado a casa sanas y salvas hace como dos horas. Esta noche hay un concierto de música clásica en la iglesia del pueblo y asistiré. Espero no tropezar con ningún banco de la iglesia, no hacer demasiado ruido al entrar o no confundir al cura con algún monaguillo...