( Imagen: cuadro de la pintora china Jian Lu
Yo fui la mariposa que se fundió con el Sol. Siempre quise hacerlo aún sabiendo que nadie entendería mi forma de actuar. Desde que nací y vi cómo mis alas se teñían de colores, quise alcanzar la estrella de la luz, así que me preparé para tener fuerzas y llegar hasta ella.
Nadie sabía mi intención. Yo sólo volaba y volaba intentando llegar cada vez más alto. Hasta que un día me sentí preparada. Hice unos breves aleteos para calentar mis alas y comencé a subir. No tardé demasiado tiempo en sentir el calor. Seguí subiendo. Cada vez más calor. Seguí subiendo. Más calor. No me importaba. Y por fín me situé frente a él. Me miró de la forma altiva con que miran todos los soles del mundo y me preguntó si no tenía miedo. Yo negué con la cabeza.
Entonces sentí su llamarada y cómo yo, fundida con sus rayos, creaba la más bella lluvia de alas de mariposa que jamás se haya visto en el Universo. Todos los colores de la vida resplandecieron ante el Sol, bajaron a la Tierra y allí formaron una alfombra con las cenizas de mis alas.
Cuando llegué, carbonizada y rota a la otra parte de la vida, todos decían que me había equivocado, pero yo les dije no, cuando vuelva a nacer ya no podré volar, pero aún así, me postraré ante el Sol otra vez y le ofreceré mis pies pequeños.