viernes, 6 de septiembre de 2013

Un poema de Pessoa

18 - Fernando Pessoa

Si yo muriera joven
sin poder publicar libro alguno,
sin ver la cara que tienen mis versos en letra impresa,
pido que, si se quieren molestar por mi causa,
que no se aflijan.
Si así ocurrió, así está bien.

Aunque mis versos no se impriman nunca,
tendrán su propia belleza, si son bellos.
Pero no pueden ser bellos y quedarse sin imprimir,
porque las raíces pueden estar bajo la tierra
pero las flores florecen al aire libre y a la vista.
Tiene que ser así a la fuerza. Nada puede impedirlo.

Si yo muriera muy joven, oigan esto:
nunca fui sino un niño que jugaba.
Fui pagano como el sol y el agua,
de una religión universal que sólo los hombres no poseen.
Fui feliz porque no pedí nada
ni procuré hallar nada,
ni creí que hubiera más explicación
que la de que la palabra explicación no tenga sentido alguno.

No deseé sino estar al sol o bajo la lluvia,
al sol cuando había sol
y bajo la lluvia cuando estaba lloviendo
(y nunca al contrario)
Sentir calor y frío y viento,
y no ir más lejos.

Una vez amé, pensé que me amarían,
No fui amado por la única gran razón:
porque debía serlo.

Me consolé volviendo al sol y a la lluvia,
y sentándome otra vez a la puerta de casa.
Los campos, al fin, no son tan verdes para los que son amados

como para los que no lo son.
Sentir es estar distraído.