viernes, 7 de marzo de 2014

La voz que me grita ¡ataca!


La voz que me grita ¡ataca!
es el ego confundiéndome con un perro de presa.
Me sugiere ser la Emily Dickinson del siglo veintiuno
y apartarme,
 inyecta miedo entre las curvas de mis letras
y huye.
No sabe que tenemos una cita, que antes o después,
siempre nos encontraremos,
solos, él y yo,
para hablar de los daños por las ventanas abiertas al sol,
de aquellos que voy dejando en el rodar de una noria.
Sí, antes o después,
siempre nos encontraremos,
solos, él y yo,
ante una mesa camilla con mantel de encaje
y una taza de té negro al caramelo.

(Cristina Carrasco)
Imagen: Raquel Díaz Reguera