miércoles, 8 de julio de 2015

8 de julio de 2015

Aire de ventilador, gazpacho con aguacate, piel desnuda y como banda sonora, Lídia Pujol con Mariam Matrem...

Algunas personas tienen la facilidad o el equilibrio de seguir contando la historia de sus vidas en sus blogs o en las redes sociales como si a su alrededor todo fuera una balsa de aceite.
Siguen comentando sus progresos en la meditación, haciendo un diario de cómo crecen sus hijos o escribiendo sobre sus sentimientos, obstáculos y sueños sin que, en apariencia, ninguna situación social o política las perturbe.
Yo quisiera llegar a ese punto.
Como Emily Dickinson, que pasó una guerra por delante de su ventana y no escribió una palabra sobre ello.
Yo quisiera no pelearme con las noticias, que no me brotaran las lágrimas de alegría cuando en Grecia vence el NO, publicar en el blog o en las redes sociales poemas de amor y vivir en un continuo y aparente sueño de hadas y tardes de té.
Pero todavía no he aprendido y me muero de ganas de pedir firmas para millones de causas y de gritar tantas cosas y denunciar injusticias.
Me muero de ganas y si no lo hago, me siento culpable.
Entre tanto, está la meditación y la búsqueda del camino medio y ver que, tantas veces, señalo con el dedo y me dejo perturbar por el Samsara.
Ya quisiera yo tomar el té con pétalos de rosa y no mojar galletas en él, incluso en público, para no parecer maleducada ¡ pero qué buenas están las galletas en el té!.
Por ahora, pertenezco al Samsara, a este mundo tan imperfecto e injusto y grito y lloro y se me parte el corazón con cada ser enjaulado, con cada esclavitud, con todos los sufrimientos ajenos ( si es que a algún sufrimiento se le puede llamar ajeno). Y lo mejor de todo ( pese a lo que piensan algun@s) es que los tengo que escribir bien en prosa o bien en verso.
" No soy neutral" decía Mario Benedetti.
Maestro, yo tampoco.

( Cristina Carrasco)
Imagen: Sally Rosenbaum