Tengo ganas de un día plomizo y gris.
Uno de esos días en que lo árboles desnudos
parecen muertos de frío y le pondría uno a uno
una bufanda y un gorro de lana.
Uno de esos días en que el tiempo parece tan frágil y delicado
que lo metería en la cama, lo arroparía,
le daría un vaso de leche vegetal y le contaría un cuento
hasta que se durmiera.
Después, iría a una cocina calentita
y mirando por la ventana
esperaría a que saliera el sol.
( Cristina Carrasco)