cuando sentía un aleteo en la nariz
huía a la guarida de las osas solitarias
y allí lloraba
hasta que las lágrimas reparaban
la coraza de hierro.
Pero eso fue en el tiempo de las mariposas...
Ahora,
encuentro en mis lágrimas las tuyas
y te reconozco en la tristeza
de la lluvia y los eucaliptos.
Ya no reparo el hierro con agua salada
y cuando llegan las nubes
me fundo con la tierra
y mis brazos doloridos acogen
los ríos silenciosos de todos los seres
y el retorno de las golondrinas.
(Cris Carrasco García)
Imagen: Rebecca Green