lunes, 16 de julio de 2018

De papeleos y paciencias


Esta mañana Barbara (que como la mayoría sabéis, es mi pareja) y yo llegamos al ayuntamiento de nuestro pueblo para entregar unos papeles.

Había gente en las sillas de espera, en el amplio hueco entre las mesas de los funcionarios y las sillas de espera, gente entrando, saliendo, gente con niños pequeños a los que habían comprado una bolsa de golosinas más grande que ellos para que estuvieran callados pero a la mamá se le había olvidado comprar agua y el niño, después de atiborrarse de azúcar, se moría de sed y pedía agua, agua, agua...

Pulsamos el botón de la máquina que da los números y sale el 115. Va por el 63.

Después de dos horas de espera por fin nos toca y dejamos atrás a los niños sedientos, las señoras que hablan solas y los que cuentan batallitas de la cárcel con el de al lado para amenizar la espera.



Cuando llegamos a la mesa de la funcionaria donde nos toca, mira la instancia que llevamos y nos dice que no nos puede atender porque el sistema informático se ha caído y el ordenador está bloqueado, pero como no puede llamar a nadie hasta que se arregle, pues nos puede escuchar mientras le contamos a qué venimos. Así que le decimos que nos envían los servicios sociales para entregar allí esa instancia y la mujer nos dice que esa instancia no es la que debemos presentar para pedir lo que nos han dicho los servicios sociales que pidamos. Le contestamos que nos la ha dado la misma trabajadora social y nos vuelve a reiterar que esa no es la solicitud porque esa solicitud es para casos generales y nosotras vamos con un caso específico 🙄



Todo ello nos lo dice mientras habla con una chica que, según nos informa la misma funcionaria, es la informática que ha venido a averiguar por qué diablos se ha caído el sistema. Y mientras sigue hablando con la informática, dice que el tema por el que queremos entregar la instancia se interrumpió el 30 de junio hasta septiembre, pero que en septiembre podemos acercarnos y entregar la solicitud junto con los demás papeles que ella ha revisado y que están correctos. Entonces le preguntamos si volvemos con esa misma instancia y nos dice que sí, que sin ningún problema ...🤔

Nos levantamos y le deseamos un buen día y que se arregle pronto el sistema y nos da las gracias mientras le dice a la informática que mejor no llama a nadie más ¿verdad?

Volvemos caminando a casa con 37 grados a la una y media del mediodía mientras recuerdo una historia que oí contar a Jetsunma Tenzin Palmo:

Estaba en las oficinas de inmigración de la India y delante de ella había un monjito budista que ella no conocía pero sabía que era monjito por la cabeza rapada y el hábito. El funcionario que le estaba atendiendo le gritaba mientras él intentaba rellenar una solicitud. El monje se equivocó y tachó algo de lo que había puesto y el funcionario le arrebató la instancia, la rompió en mil pedazos y le tiró encima los mil pedazos. Entonces el monje, juntando las manos a la altura de su pecho , con enorme serenidad le pidió por favor, si podía darle otra instancia porque la que tenía ... se había roto. El funcionario le volvió a tirar encima otra instancia, esta vez entera y le gritó que fuera a rellenarla a un rincón y cuando hubiera terminado volviera. 

Entonces el monje se levantó de la silla y al girarse vio a Jetsunma Tenzin Palmo. Ni corto ni perezoso, le sonrió y le guiñó un ojo como si estuviera en una terraza disfrutando de un buen aperitivo.

Al comenzar a caminar hacia casa había venido a visitarme la ira, pero al recordar esta historia y compararla con la mía, no puedo dejar de reír. 

¡Madre mía! si intentamos hacerlo a propósito no nos sale tan mal... Pero por lo visto, los de inmigración de La India son mucho peor




( Cris Carrasco García)
Imágenes: La primera es de Cinzia Bolognesi y la segunda es Jetsunma Tenzin Palmo. De esta segunda desconozco su autor o autora.