Querida hermana:
LLegó San Juan y las mujeres del círculo pasamos el día en una cueva donde había un gran salto de agua. Estuvimos en perfecta comunión con la naturaleza.
Vinieron las niñas de una de nosotras contribuyendo así a añadir más magia al lugar y a nuestro día. Dos niñas criadas y educadas en la más absoluta libertad sin miedo al agua ni a la tierra ni a hablar ni a bailar ni a disfrutar. Parecían Pocahontas.
Hablamos mucho. Nos reímos. Comimos. Nos bañamos y jugamos con el sol para después pasar por nuestra piel con extrema suavidad la pluma de un quebrantahuesos, que es un ave gigantesca de la familia del buitre y el cóndor.
Así dimos la bienvenida al verano .
Días después nos volvimos a reunir en casa de la hermana que se fue a hacer su camino y ahora ha vuelto unos días para después volver a recoger enseres y deshacer el sendero, o mejor dicho, volverlo a enderezar y ponerlo recto como una línea que se aprecia algo torcida por el reflejo del sol.
Volvieron a estar los niños y bailamos jugando con los sonidos. Escribimos nuestros nombres para después arrugar los folios, echarlos en un montón y buscarlos otra vez. No me fue difícil separarme de mi nombre. Al fin y al cabo tengo algunos más....
Ahora, hasta septiembre u octubre, no nos volveremos a reunir .
Nuestro círculo ya ha cumplido un año. Parece que fue ayer cuando comenzamos con pasos inciertos y tambaleantes y ahora hemos crecido en número, en confianza y en amistad.
Deseo que todas las mujeres puedan tener un círculo tan bello como éste.
Un abrazo de brisa fresca.
*******
Texto: Cris Carrasco García
Imágenes: M y C