No me pareces nacido en esta tierra cálida,
porque miras con la plata
de los ojos de los montañeros.
No has sido mi maestro de escuela
en uno de esos pueblos míos
donde el frío tiene un alegre perfume:
no me has enseñado los mares y las tierras,
no me has enseñado límites
ni el nombre de los colores.
No te he traído nunca, en tu fiesta
-como hacen donde nací-
una pareja de palomas
o un ramillete de dalias:
ni te he pedido nunca las notas
con la cabeza baja
temblando como los tilos del verano.
Y sin embargo, cuanto te veo en la mesa
y dejas el bolígrafo
y quieres escuchar,
me siento ávida
del titilar de la tinta
sobre una tierra sin fronteras.
Tú me llevas al viaje desconocido
de la primera palabra negra
sobre el cuaderno nuevo.
Rossana Ombres
Imagen: Jessie Wilcox Smith