sábado, 30 de noviembre de 2019

Marcharte

Querida hermana:

Creo que ya lo sabes ¿verdad? Lo tengo decidido: de momento, y puede que en mucho tiempo, no volveré a publicar nada en esa red social ni en ninguna otra (aunque sólo publicaba en ésa).

Marcharse de los sitios... de los grupos que estrangulan, de las redes que que te atrapan como a un pez en medio del mar y sin darte cuenta, van succionando el oxígeno que respiras a fuerza de palabras duras e incomprensión. En el fondo es normal porque no nos conocemos. Pero ¿por qué vemos normal ser crueles con alguien con quien podemos hablar pero no conocemos? Al fin y al cabo, todos somos seres humanos.

Marcharte... y al cerrar la puerta tras tu espalda, sentir alivio, libertad, sosiego, serenidad, descanso. 

Estos días me han acusado de cobarde, de autocondenarme al silencio por las palabras hirientes de algún ser víctima de su propia ignorancia, de dejar que "ganen ellos". Pero esos discursos no van conmigo. No me siento cobarde porque a veces es mejor retirarse a tiempo para estar en paz. Tampoco siento que me autocondene al silencio porque el silencio para mí es un compañero y no un castigo y porque sé que puedo alzar mi voz donde y cuando lo desee. Tampoco sé quiénes son "ellos" porque no me siento de ningún bando. 

Adiós.

Y ahora a caminar con la mochila más ligera. Que me busquen, si es que así lo desean, en este lugar que es mi remanso y mi casa pero eso sí, que dejen la espada en la puerta. 

Que mi luz de libertad lleve hasta ti mi abrazo.  Que un viento de este otoño desprenda todas tus hojas secas para que puedas descansar durante un tiempo y luego, dejes brotar las hojas nuevas. 

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Texto: Cris Carrasco García

Imagen: Barbara Zambon