Querida hermana:
¿Está ya nuestra pequeña contigo? ¿Has venido para guiarla? Por favor, envíame una señal para que me quede tranquila.
Sí, se fue ayer nuestra niña.
¡Cuánto puede llenar un ser de tan sólo dos kilos! dos kilos pueden llenar millones de corazones.
Sólo dos kilos...
Sabemos que está serena y aunque estamos tristes, agradecemos haberla podido tener con nosotros estos once años. Ojalá hubieran sido más porque en el mundo del amor cuando debemos despedirnos el tiempo siempre se nos hace corto pero el amor llega más allá de la muerte. El amor permea todos los mundos y va siempre más allá de todo. Por eso la seguiremos queriendo mucho.
Echamos de menos sus andares pizpiretos por el pasillo cuando venía a recibirnos, su insistencia en que le tiráramos su juguete para ella ir corriendo a recogerlo. Ahora tenemos un hueco donde antes estaban su pelo rubio y sus ojitos redondos.
El lunes, ya tan malita, ya muy débil, estuvimos acariciándola y demostrándole nuestro amor y ella, tan malita, tan débil, aún hizo un esfuerzo para darme "besitos" en los dedos.
Mientras te escribo, un río de lágrimas baña mis mejillas pero estoy bien. Estamos bien, no te preocupes. Sabes lo que es llorar por la muerte y que después del llanto llegan la esperanza y el recuerdo.
Dicen que cuando pasamos al bardo vienen para guiarnos aquellos seres queridos que nos precedieron, incluso nuestra familia peluda de cuatro patas. Si ésto es verdad, ella seguro que vendrá a recogernos con su alegría y un juguete en la boca.
Hasta entonces, cuídala tú de cerca, que nosotros la cuidaremos desde aquí.
Que mis lágrimas lleven hasta ti y hasta ella, un gran abrazo.
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Texto: Cris Carrasco
Imagen: Barbara Zambon