Querida hermana:
En este tiempo especial me he dado cuenta de una cosa: que soy muy intolerante. Y soy intolerante sobre todo con aquellos y aquellas que se quejan continuamente.
Con la situación que vivimos se me han revelado sin disfraz y me resulta bastante difícil comprenderlos y soportarlos.
Parece que nadie, o muy pocas personas leen historia porque nos hablan del tiempo que vivimos como si nunca hubiera habido una epidemia o una pandemia.
Como si todo ésto fuera nuevo. Como si la enfermedad se hubiera inventado con el covid-19 y el sufrimiento se hubiera hecho patente con el coronavirus.
Y se quejan del gobierno, de los planes clausurados o torcidos o aplazados, del trabajo, del teletrabajo, del no trabajo, de las mascarillas, de los hospitales, de los científicos, de este tiempo "que nos ha tocado vivir" lamentándose de dónde estaríamos ahora si no.. soñando con lo que podríamos estar haciendo si... Y ahí están, instalados en lo negativo, en la queja, en el no hacer nada salvo romperle la cabeza a la que los lee, les escucha o los sufre.
Y yo me pregunto si estas personas no habrán tenido abuelos y abuelas que les habrán hablado de la guerra, del tifus, de la mal llamada gripe española... también me pregunto si en su vida habrán visto o leído alguna película o novela histórica donde siempre aparecen historias directas o colaterales derivadas de epidemias.
Creo que el problema no es el tiempo en que vivimos. El problema es el egocentrismo y el ensimismamiento.
Cuando el sufrimiento nos llega parece que es el fin del mundo pero ¿pensamos alguna vez en el sufrimiento de los que estuvieron o de los que están lejos?
Y después, para consolarse, para evadirse de este tiempo que ellos juzgan injusto y cruel porque no alcanzan a ver que es un tiempo más, una etapa más, un puerto de montaña donde hay que levantarse del sillín para pedalear aunque te duelan las piernas . Como todos los puertos de montaña que nos da la vida. Como todas las olas que tenemos que surfear. Pues como te decía, para evadirse, llenan las terrazas en manadas sin distancia de seguridad y caminan por la vida sin mascarilla y salen fuera de su franja horaria y llenan el asfalto con guantes y mascarillas usados y... llena tú los puntos suspensivos.
Pero eso sí, quejándose. Siempre quejándose.
Que los mirlos que ahora oigo cantar lleven hasta ti mi abrazo.
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Texto: Cris Carrasco García
Imagen: Desconozco autor/a.
Gentileza de ShiroDani.