Querida hermana:
La primavera se adentra en nuestras vidas y nos dice que todo sigue a pesar de todo. ¿Recuerdas que te hablé de las mimosas florecidas? Pues durante unos días las veía de un color marrón que nada tiene que ver con el amarillo precioso que acostumbran cuando florecen y creí que era porque ya estaban dando paso a las hojas verdes pero.... llovió y al día siguiente de la lluvia ¡estaban de su color amarillo precioso habitual!.
Sólo necesitaban agua. ¡Tan poco y a la vez tanto!
Si todo rodara con normalidad ahora estaríamos sumidas en las vísperas de las fiestas pero la vida de momento tiene otros planes y pienso que quizá el año que viene. El año que viene quién sabe. El año que viene suena demasiado lejos. Aunque pensándolo bien, un año es sólo darle una vuelta al sol, como decían en una película cuyo título no recuerdo. Sólo una vuelta al sol...
Y mientras tanto, sigo mirando por la ventana, paseo con Bella y contemplo cómo nace la vida aunque sea con vuelta de cordón alrededor del cuello.
Algún día miraremos atrás y contemplaremos este tiempo como un momento histórico que vivimos para contarlo, para crecer y para aprender, aunque si lo pensamos bien ¿Qué tiempo no es histórico?¿Qué tiempo no deja huella? ¿Qué tiempo no cuenta?
Ninguna época es una criatura muerta.
Y tú lo sabes muy bien porque estás en ese lugar donde todo se conoce y donde nos miras con ojos de maestra que sonríe al ver jugar a sus niñ@s en el patio del colegio. Tú también sabes lo difícil que resulta ser aprendiz de nenúfar. Por eso eres paciente conmigo y te doy las gracias por ello.
Gracias.
Con las manos unidas a la altura del pecho, gracias.
Por leerme.
Por sonreír.
Que la lluvia que resucitó a las mimosas lleve hasta ti mi abrazo.
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Autora: Cris Carrasco García
Imagen: Ninguyen Thanh Binh