La tarde de domingo
me devuelve el secreto
para respirarte.
Tomo tu dolor y te devuelvo luz:
No sabes que te ayudo
porque quiero que me mires
como a una simple mariposa.
Al menos así te haré reír.
Qué triste
aquel que sólo cree
en la sombra alargada
de la apariencia
y el que piensa
que nadie es bueno.
Qué tristes sus vidas
de lentejuelas amargas
y defensas con golpes
al aire.
Hoy lloro por ellos.
Al fin y al cabo
andan conmigo
y sé lo mucho que sufren.
Cuando cesen las lágrimas
les diré tres palabras:
no es verdad.