
Seguimos con el relato. Perdón, pero el título no es como puse ayer Entre palacios imperiales sino De palacios imperiales
Yo soy geisha porque así lo decidí. Quizá os gustaría que os contara recuerdos de cómo ví caer aquellas dos bombas, pero no puedo hacerlo porque yo nací mucho tiempo después, cuando el emperador que no dudó en hacerse amigo de los nazis agonizaba vomitando sangre en su palacio imperial. Por eso no sé nada de bombas ni de soldados americanos campando a sus anchas y acostándose con chicas japonesas que se decían así mismas geishas y que vendían su cuerpo por un plato de comida. Esas historias me las contaron. Yo no las viví. La primera vez que vi a una geisha fue por la televisión. Yo tenía diez años y en ese momento supe lo que quería ser. Cuando acabé la enseñanza secundaria mi tutora me llamó para preguntarme qué carrera quería cursar y le dije que ninguna, que quería ser geisha. La tutora abrió los ojos de una forma que por unos instantes pareció occidental y sólo acertó a decir Pero si la geishas son una especie en peligro de extinción…