Se me ha estropeado mi vieja lavadora. Y ala, a Carrefour a comprar otra, porque eso de lavar la ropa en el río ya no se estila. Me dicen que me la llevarán dos días después, y yo tan contenta. Pusimos en la casa hasta pancartas de Welcome lavadora y estuvimos esos dos días despidiéndonos de la lavadora vieja, que este adjetivo le va como anillo al dedo, porque a la pobre la hemos jubilado a los 17 años... bien buena era , la pobre. A lo que voy. Pasan esos dos días y llega la recién nacida. Pero ¡ oh desgracia! llega tarada perdida y el balsero cubano que la traía me anuncia tremendo golpe tiene, mi reina, así no te la puedo dejar ( como si él, en su Cuba de Fidel no hubiera visto nunca una lavadora tarada...). Veo con lágrimas en los ojos alejarse el camión de reparto con la lavadora recién nacida dentro... pasan otros dos días y no hay señales de vida. LLamo a Carrefour. Una melodiosa voz me dice que menos mal que he llamado, no teníamos constancia que esa lavadora no había sido entregada... empiezo a pensar en las enseñanzas del Buda... la melodiosa voz ( que empieza a no serlo tanto) me dice que el sábado por la mañana la tengo en casa. Empiezo a aplaudir con las orejas. Se lo digo a mi compañera. ¡ Olvidé que yo el sábado trabajo y ella tiene que dar masajes....! Vuelvo a llamar a Carrefour. ¿ No pueden traer la lavadora el lunes? me dicen que sí, que hacia las 11.30 del lunes la tendríamos con nosotras.
El sábado después del trabajo, cuando abro el móvil, dos mensajes de.... ¿ a que no sabéis quién? claro...Carrefour... el primero me dice que la lavadora llegará el lunes de 15.30 a 18.30 y el otro me dice que en el camión de reparto faltaban tres pedidos, entre ellos ¡ mi lavadora! que si tengo algún problema llame a un 900 que es gratis... yo ya pensaba si detrás de ese 900 no se escondería algún psiquiatra...
Pero es que yo no sabía si la lavadora me la darían el lunes a esa hora o no estaba la lavadora en el camión... ante la duda, me vuelven a llamar... vendrá el lunes por la tarde.
El lunes a las 18.37 llaman y es .... venga, venga, estoy dando pistas...¡ Carrefour! que la lavadora no llega. Que el martes sin falta. ( Yo ya pensando en lavar en el río...)
Martes ( ni te cases ni te embarques pero que yo sepa, nadie dice nada de lavadoras) a las ocho de la mañana, tras una noche reglótica, suena el móvil... empieza por c.... que la lavadora llega de 11.30 a 13.30... Bien, empizo a filosofar... vivimos en la época de la globlización, no hay fronteras, a lo mejor la lavadora viene de Japón y por eso tarda tanto, porque si además la pobre no sabe castellano y aquí nadie sabe inglés, no se entera de dónde tiene que ir ¿no?. El martes a las 13.45 mi compañera , haciendo respiraciones profundas, llama a carre... ¿ cómo era? y le dicen que no se preocupe , que están al llegar... y yo me pregunto al llegar de ¿ dónde? ¿ de la luna? ¿ de Japón? A las 14.30 llaman los repartidores ¡ señora, ¿ tenemos que llevarle una lavadora?! sí, desde hace una semana.Es que hemos tenio una vería en el camió, le viene bien que se la traiga en una hora o mañana?! AHORA, AHORA, POR FAVOR, AHORA. Ok vamos payá...
Diez minutos después llega la lavadora. Nueva. Sin tara. Blanca. Creo que hasta con ojos japoneses. Pero... ¿NO OS LLEVÁIS LA VIEJA? esto no era lo pactado... un momento, dice mi compañera, si os doy algo de dinero os bajáis aunque sea al contenedor la vieja? ¿ DE CUANTO DINERO ESTAMOS HABLANDO? Yo ya pensaba que esto empezaba a tomar visos de mafia rusa. Después de unas miradas entre los repartidores-al capone, acceden al soborno y mi compañera me dice que saque cinco euros. Empiezo a tener ganas de llorar.
Se van y nos quedamos con la lavadora nueva sin tara. Blanca y con ojos japoneses sin conectar a la tubería y en medio de nuestra diminuta cocina. Se bajan la vieja y la dejan al lado del contenedor. Empiezo a cabrearme. Llamo a ese sitio que empieza a ser innombrable... ¡ CON ELECTRODOMÉSTICOS POR FAVOR QUIERO PROTESTAR! y cuanto mi historia como si estuviera en un programa cutre de la tele. El empleado de C.... se queda a cuadros y dice que averiguará y me llamará. Toda la tarde estuve en contacto con él. Al final supe que se llamaba Carmelo, se tomó muchas molestias, Carmelo. Mandó a dos técnicos que por lo menos no parecían rusos ni aceptaban sobornos a comprobar que dos mujeres son capaces de instalar solas una lavadora... parecían sorprendidos. También se llevaron la que yacía al lado del contenedor a un lugar más apropiado para el descanso eterno de una lavadora. Carmelo me llamó varias veces queriendo devolver los cinco euros. Le dije que los rusos se tomaran un café a mi salud... y a la salud de la piedra que se empezaba a formar en mi riñón.
Hay algo bueno en todo ésto: nos hemos reído mucho condandooslo y tenemos lavadora nueva por fin.