jueves, 25 de noviembre de 2010

NO LAS OLVIDEMOS. NI HOY NI NUNCA.

SÁBADO 24 DE OCTUBRE




Querido tú:

Era sábado 24 de octubre y yo cumplí veintisiete años. Estaba sola en casa. Tú te habías ido, enfadado, despidiéndote sólo con tu gélida mirada. Esa mirada tuya que me hacía sentir prisionera, culpable, estremecida, mala y sobre todo, pequeña, increíblemente pequeña, increíblemente frágil.
Nunca me pegaste. No fui de esas mujeres hermanas mías que llevan un ojo morado, una pierna rota y cuantas cosas más. Pero sí me hiciste dos brechas, una en el cerebro y otra en el alma. Sí me llamaste imbécil. Sí me humillaste delante de todos. Sí me criticaste. Sí dijiste que no servía para nada… y yo, a fuerza de oírlo, me lo creí. Y también creí que no merecía nada porque nada era capaz de satisfacerte. Yo hice la comida dos horas antes para tener la seguridad de que estaría hecha cuando tú llegaras. Yo fui a ducharme a otra casa cuando en una rabieta tuya me cortaste el agua. Yo subí el volumen de la música para no oír tus gritos.
Removí cielo y tierra intentando comprenderte. Te expliqué cien veces cómo me hacías sentir. Pero estabas sordo. Te dije que buscáramos ayuda, pero no quisiste oír. Siempre decías que no necesitabas a nadie.
Y yo te quería, pero aquel 24 de octubre, el día que cumplí veintisiete años, comprendí que si yo me quería tenía que escapar. Con mis brechas en el cerebro y en el alma. Con mi vida rota. Con el miedo en el bolsillo… pero con esperanza.
Ya hace tres años. Sólo hace tres años. Ahora eres para mí un recuerdo, un velo sutil y delicado que a veces se descorre y me hace llorar.
No te odio. Cuando te veo siento una punzada de pena en el corazón por ti. Por todo lo que no ves por ser así. Por tu vida de puntillas con orejeras de burro mirando sólo hacia un lado.
Y he de decirte algo: ayer la vi. A esa mujer que ahora comparte tu vida, que ya no sonríe como antes, que era parlanchina y alegre y ahora sólo baja la cabeza y escucha. Le di mi teléfono y le dije: si me necesitas estoy aquí.

Atentamente

YO



Esta carta la escribí en un taller de escritura hace ya algún tiempo. Ahora ya sabéis por qué el día 24 de octubre es tan importante para mí: porque volví a nacer.
Por favor, no olvidemos nunca a esas mujeres torturadas día tras día .