domingo, 27 de febrero de 2011

CONDENAR LO QUE NO SE CONDENÓ

Están cayendo dictadores al ritmo de piezas de dominó y occidente mira con recelo y preocupación porque el oro negro subirá, o mejor dicho, ya está subiendo.
En un tiempo en que ya casi nadie creía en revoluciones, el mundo árabe  comienza a exigir la libertad que a muchos de sus pueblos se les negó hace tanto tiempo.
Y ahora, sólo ahora que llegan vientos de cambio, la comunidad internacional declara a Gadafi "persona non grata" pensando quizá en que debe llevarse bien con aquellos que vayan a ser sus sucesores. Esta condena llega tarde. Llega mal. Nadie llamaba a Gadafi carnicero o torturador cuando en cumbres internacionales había que reservarle un lugar para que instalara su haima , en cambio, todos se afanaban en encontrarle el mejor lugar.
Afortunadamente para el pueblo libio, su tierra tiene petróleo y eso no dejará que sean abandonados a su suerte, como ha ocurrido tantas otras veces con tantos otros pueblos mucho más "pobres".

Os dejo con un poema  de Antonio Gala que habla sobre el embrujo y exotismo que tiene Bagdad, pero que podemos aplicar también a cualquier ciudad árabe:

BAGDAD

Tenía tanta necesidad de que me amaras,

que nada más llegar te declaré mi amor.

Te quité luces, puentes y autopistas,

ropas artificiales.

Y te dejé desnuda, inexistente casi,

bajo la luna y mía.

A las princesas sumerias,

cuando fueron quemadas con joyas rutilantes,

les brillaban aún sus dientes jóvenes;

se quebraron sus cráneos antes que sus collares;

se fundieron sus ojos antes que sus preseas....

Bajo la luna aún brillaban sus dientes,

mientras te poseí desnuda y mía.

 .