lunes, 28 de marzo de 2011

El DISCURSO DEL REY

Es sábado por la tarde y no tengo demasiado que hacer. Esta mañana ya me he dado mi paseo bajo el sol y para esta tarde ... ¿ por qué no voy al cine?. Miro la cartelera y dudo entre dos películas pero al final me decanto por la que tiene más premios porque la otra es italiana pero doblada, así que prefiero esperar y verla en su idioma original.
Cuando llego a la taquilla ¡oh, inconveniente! resulta que los horarios en internet estaban equivocados y la película no empieza hasta dentro de dos horas y es en versión original subtitulada. Vaya, si hubiera sido la italiana no hubiera tenido nigún problema pero con el inglés no me apetece estar leyendo continuamente. Así que me voy a otro cine cercano y ¡ vaya, qué suerte! aquí sólo hay que esperar una hora y la película es doblada.
Cuando entro en la sala resulta que no tiene nada que envidiar en tamaño al salón de mi casa, además, mis compañer@s de visión son en más del noventa por ciento clientes del Inserso, lo que me alegra considerablemente, porque así no tendré que aguantar a adolescentes engullendo palomitas cual monstruos de las galletas, perdón, de las palomitas.  Hasta ese momento no sabía yo que mis dos compañeras de visión que estaban sentadas en la fila de atrás se iban a pasar hablando toda la película porque una de ellas era un poco sorda y la otra le "traducía" lo que no oía.
Comenzamos.Comienza el sueño. Con las películas me pasa lo mismo que con los libros, que si las tres primeras palabras me cautivan, puedo aguantar toda la película sin parpadear, pero si las tres primeras palabras me dejan fría, ya no hay nada que hacer.
Y me paso toda la película sin parpadear.
Y degustando los diálogos, la soberbia de la pareja de aristócratas ( el futuro rey Jorque VI y Elizabeth), que son, a la postre, los padres de la actual queen Elizabeth, y su madre, la esposa del rey, es aquella que vivió hasta los 102 años porque vivía conservada en ginebra. Bueno, degustando como digo, los diálogos, las excentricidad del logopeda, que no tiene desperdicio,  los sentimientos contradictorios que me produce el futuro rey Jorge (o George, que cada vez que oigo ese nombre me acuerdo de aquella serie tan maravillosa: Los Roper), el gran parecido de Elizabeth con la verdadera, el presentimiento de una guerra inminente...
La película en sí no tiene desperdicio. El actor principal hace una papel soberbio, así que no es de extrañar que le hayan dado un óscar, el logopeda es descarado, tierno y acertado, las niñas son eso, niñas, los decorados son adecuados, la niebla de Londres es tan densa que se puede cortar, Churchill está perfecto y el discurso del rey es como debe ser.
Así que salgodel cine como a mí me gusta salir del cine: flotando.