lunes, 11 de julio de 2011

BOMBONES DE LICOR


Estoy desolada. No, no estoy desolada. Estoy ahorcada en vida y lo peor de todo es que no me muero.
¡ Oh, por qué tiene que pasarme esto a mí!. De ahora en adelante la única aspiración de mi vida será morir escupiendo sangre , tumbada en un sepulcro y empapada por el agua torrencial de una tormenta. Porque mi reputación está por los suelos y jamás la recuperaré.
¿ Que qué ha ocurrido para que me encuentre en tal estado de desesperación? . Muy sencillo.
Ayer fue la última fiesta de la temporada en casa de Lady pololos Pelo de Estropajo ( ese no es su nombre verdadero pero yo la llamo así porque su pelo podría dejar cualquier olla como los chorros del oro) , bueno,  pues como siempre, a la hora del baile mi carné estaba vacío. No, no es ésto lo que acapara mi gran pesar. En espera de algún pretendiente, me coloqué donde siempre suelo hacerlo: en el rincón donde ponen los bombones de licor. Así, mientras veo a otras danzar, disfruto paladeando el sabor del chocolate y el licor. A veces me deslizo hacia una pieza cercana y allí, mientras escucho la música, bailo yo conmigo misma sin que nadie me moleste, pero al intentar buscar una habitación grande, despejada y con buena acústica, observé que la mejor candidata ya estaba ocupada por una señorita, de quien muy pronto averiguaré el nombre, y que bailaba  sola como si el mundo fuera a acabarse.
Bueno, pues ahí quedé yo, al abrigo de los bombones de licor y en espera de algún osado forastero que no conozca mi fama de extravagante. Al final de la noche, comencé a sentir un ligero mareo que achaqué al corsé demasiado apretado, hasta que recordé que nunca llevo ese instrumento de tortura. Pasada alguna hora más, vi entre la multitud dos jóvenes que sin duda eran gemelos porque eran dos gotas de agua. Guapísimos y ¡ forasteros! que se me acercaron. Y no sé por qué, los vi entre brumas. Los dos hablando a la vez y extendiendo el brazo a la vez, me pidiron la última polka. Intenté levantarme de la silla pero las brumas se hacían cada vez más densas y las piernas me temblaban hasta que acerté a musitar algo y... ya no recuerdo más. He despertado hoy en casa con una jaqueca terrible.
Hay quien dice que la culpa la tiene las dos bandejas de  bombones de licor que me comí.