Estos días están siendo muy intensos en cuanto a emociones. Me siento envuelta en un torbellino que me resulta muy difícil.
Ya te he hablado del retiro ¿verdad? El famoso retiro... Pues no puedo permitírmelo. Cuesta demasiado. Y ya me había hecho a la idea de que no iría y casi pasado página cuando el aluvión de amigas y amigos me ha ofrecido muchas posibilidades y con cada una, un rasguño, una emoción, lágrimas, un leve tintineo de la piel.
No sé qué va a ocurrir. No sé si el universo me lo está poniendo difícil para ponerme una prueba o es mi mente la que lo siente así.
Hoy he hablado con todos los amigos y amigas por vídeo-chat y Gianna ha estado a mi lado. Me he sentido en el centro de un tornado. La voz no se me escuchaba, los amigos y amigas que se oían como si estuvieran dentro de las cataratas del Niágara, el programa jitsi que nunca funciona bien y todo unido ha dado lugar a que cuando hemos terminado estaba muy estresada, tanto, que he hecho lo que hago siempre cuando me siento estresada: me he puesto a llorar.
Dicen que las lágrimas son ríos que nos llevan a nuevos mares y por ello debemos darles libertad. Yo no sé si les he dado libertad o no porque no he podido contenerme.
Ahora te escribo al final de esta tarde de domingo. Está lloviendo mucho porque el huracán Leslie ya se está dejando sentir y el huracán de emociones comienza a transformarse en tormenta tropical aunque siento que necesito silencio y descanso.
Me hubiera gustado contarte cosas bonitas y alegres, como por ejemplo, que ayer fuimos a por el gatito de dos meses que ha adoptado Micaela; pues mira por dónde, me doy cuenta de que te lo estoy contando. Es precioso. Tiene los ojos grandes y azules y el pelo largo y blanco. Ya le quiero mucho.
Muchas gracias por leerme. Yo sé que donde tú estás no hay estos problemas y en algún momento todos y todas llegaremos a ese lugar.
Llegaremos.
Un cálido abrazo
Texto: Cris Carrasco García