domingo, 17 de junio de 2018


Una amiga me invitó hace unas semanas a ser parte de un Círculo de Mujeres que estaba formando y después de que ella insistiera, acepté con ciertas reticencias. 

Si esa propuesta hubiera venido hace unos años, cuando navegaba por los mares de la New Age y toda yo era un abalorio, me hubiera entusiasmado, pero ahora ... creía que el momento había pasado. 
Aún así y ante su insistencia y, por qué no decirlo, mi curiosidad, acepté. 

Nos reunimos siete mujeres de distintas edades y bastante desconocidas unas de otras con un único nexo: mi amiga.
Bailamos, nos sentamos en círculo entre pinos con aroma de mar, encendimos velas, nos presentamos al mismo tiempo que hacíamos cada uno nuestro nudo en una hebra de hilo rojo y comenzamos la primera sesión (que en realidad ya había comenzado), esta vez, al ser la primera , guiadas por Celine. 

Hablamos del ciclo menstrual (a partir de ahora lo llamaré ciclo de la luna) y de las estaciones, del momento en que nos encontramos en nuestra vida, de nuestras pequeñas muertes y grandes renacimientos, de nuestras dudas y de tantas cosas....
Cuando terminamos la sesión y dimos paso a la cena (siempre sentadas en círculo, siempre hablando, siempre en armonía), ya nos sentíamos amigas. 
Y al despedirnos nos abrazamos todas y nos besamos lamentando tener que esperar al menos un mes para reunirnos otra vez. 

Durante estas semanas he estado reflexionando sobre cómo compaginar estas reuniones del Círculo con el budismo, que afirma que en esencia no existe lo masculino y lo femenino, que todos y todas somos uno, y también tenía la inquietud de que esta actividad pudiera distorsionar o interferir negativamente en mi estudio y práctica del Dharma. 

En el centro de esta reflexión, me llega a través de Sakyadhita Spain, la propuesta de un simposio con un título muy sugerente: "Mujer y budismo". 
He seguido el simposio por Youtube y mis dudas sobre la relación del Círculo y el budismo se han disipado: he visto a las venerables de varias tradiciones budistas hablar con las asistentes en círculo, meditar en movimiento pero caminando en círculo, decir sí, en esencia no existe lo femenino y lo masculino, pero en lo relativo esta división es muy palpable y en el budismo la mujer tiene todavía mucho que andar, mucho que reivindicar, mucho que decir y mucho que empoderar. 
Y después las he visto relatar uno por uno todos los nombres de las maestras budistas de tradición zen (las ancestras...) así como las 21 Alabanzas a Tara. 

Místicismo, mujer, espiritualidad, ciclo, empoderamiento, círculo...

Ya no tengo dudas de cómo compaginar el Dharma con Nid de Femmes, que es como se llama nuestro Círculo de mujeres unido por una hebra roja. Y sé que estas no son tradiciones antagónicas sino compatibles que me ayudarán a seguir en el camino sin distorsión.   
SOHA. QUE ASÍ SEA. 

(Cris Carrasco García)
Imagen: Celine