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viernes, 19 de octubre de 2012
Todo lo contrario
" Para que te inspire" dijiste mientras colocabas una foto tuya tan antigua como el mundo encima de mi escritorio. Y aquella casi niña de hace treinta años comenzó a observarme día a día.
Y yo a ella.
Traía el sol de un verano de piteras y estaba salpicada de gotitas de agua. Me miraba a través de unos ojos pequeños. Me preguntaba. Pero yo no respondía.
Pasaron los días y aprendí a contar en la casi niña cada una de las gotitas de agua. La que más me gustaba era la que se había instalado en el extremo sur de uno de sus rizos y esa cámara indiscreta le impidió caer al suelo para siempre.
La casi niña me sonreía "de medio lao" con la suficiencia de los dieciocho años. Yo no le devolvía la sonrisa y tampoco escribía nada. Sólo contaba las gotitas de agua que nunca se secaron en una piel tan lejana y tan al lado.
Y entonces, una mañana, tú te reencontraste con la fotografía y me preguntaste si me había inspirado algo...
- Obscenidades...
Te respondí con sonrisa "de medio lao" y suficiencia de dieciocho años.
(Cristina carrasco)
No sé a quien pertenece la imagen.
