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lunes, 24 de noviembre de 2025

Antes y después de las redes sociales


Hace años, antes de la llegada de Internet y sobre todo de la invasión de las redes sociales, había una línea muy clara que separaba lo que pertenecía al ámbito privado de nuestras vidas y lo que pertenecía al ámbito público. 

No me refiero a esos rumores sobre si la IA nos expía y hasta escucha nuestras conversaciones. De eso no puedo hablar porque no tengo datos que lo corroboren ni que lo afirmen. 
Me refiero, en un terreno mucho más personal, a la privacidad y publicidad de nuestras vidas. 
Antes nos molestaban las típicas vecinas cotillas perpetuamente apostadas tras la ventana y que llamábamos "viejas del visillo". Sabían toda nuestra vida y para no ser la comidilla de nuestros pueblos o barrios íbamos a tomar un café con alguna amiga a otra ciudad, otro barrio y hasta a otra provincia si hacía falta. 

Pero llegaron las redes sociales que son, a mi modo de entender, esos patios vecinales, bancos o aceras donde se sentaban las alcahuetas para ver pasar a la gente y cotillear sobre sus vidas. Los chismosos de antaño ahora son los haters que juzgan todo lo que los demás cuelgan en el infinito de Internet, pero con una salvedad: ya no recorremos kilómetros para hacer algo que no nos da la gana que se sepa o no corremos las cortinas cuando queremos privacidad. Ahora, colgamos nuestras vidas en Internet y queremos que la gente las vea, nos sigan y nos den likes. 

Está claro que no todo el mundo lo hace con el mismo empeño. Hay quien ha hecho de esta exposición su fuente de ingresos  y así ha surgido ese oficio llamado creador de contenido.
Si tengo que ser sincera diré que yo no pierdo mi tiempo viendo cómo alguien se va de viaje a aquella esquina del mundo para publicitar un resort que le ha pagado una empresa porque tiene mucha gente que cada día mira cómo el susodicho o la susodicha compra las patatas o se levanta de la cama. 

Yo sigo con este pequeño blog comentando de todo un poco y con mi cuenta privada de Instagram colgando alguna que otra fotografía en la que no salgo porque mi vida personal es ante todo y sobre todo, mía y personal.

Aunque un poquito vieja del visillo sí soy a veces pero ¿qué escritora no lo es?

Seguimos con el blog de los lunes, amigas. 

***

Pd: Pido disculpas si alguna de vosotras el lunes pasado se quedó esperando una entrada pero necesité descansar. Son cosas de la neurodivergencia. 

Texto: Cris Carrasco García
Imagen: Mirjam Duizendstra




lunes, 10 de noviembre de 2025

Un poema de Jorgelina Soulet


Cuando leí este poema de Jorgelina Soulet sonreí porque ¡qué ganas de decirle algo parecido a más de una agorera de la infelicidad! En fin, pájaros de mal augurio hay en todas partes y el truco está en hacerles caso omiso o en contarles, pasado el tiempo, que ninguna de las infelicidades que nos predijeron se ha cumplido porque las plantas bien, los libros bien, los gatos al sol, yo bien y tú seguro que cargando con tu envidia o tu deseo de dominarme porque si alguien nos dijo algo parecido a lo que le dijeron a la autora del poema sin duda fue por envidia, rabia o deseo de sometimiento. Pues no, cariño, tus traumas a la psicóloga que yo no estoy por la labor. 


Te vas a quedar sola

con tus plantas

tus gatos 

y tus libros

me dijo el último día que la vi

pero hace dos meses

acá

los días transcurren mansos

y un gato duerme al sol

mientras yo

con las manos en la tierra

pienso el poema

que voy a escribir 

para contarle

que en esta casa 

estamos muy bien

muy felices

los gatos

las plantas

los libros

y yo.


Seguimos con el blog de los lunes, amigas

***

Poema: Jorgelina Soulet

Imagen: Fred Calleri

Texto: Cris Carrasco García


lunes, 3 de noviembre de 2025

De jalogüines y de polémicas

 


La semana pasada las calles se nos llenaron de criaturas disfrazadas con el ánimo de suscitar el terror con vestimentas más o menos acertadas de aquello que se supone que nos da miedo a los simples mortales: momias, cabezas atravesadas por machetes, brujas, dráculas, Miércoles y Morticias Adams... y todo ello acompañado con la decoración tradicional de calabazas, telarañas, arañas y demás elementos de atrezzo.  

Con todo ello, los de un lado diciendo que esta fiesta es importada y que por eso no les gusta y los del otro lado diciendo que ir a los cementerios a visitar a los muertos es demasiado aburrido. 

Y yo permanecía neutral porque la verdad es que esto del jalogüín ni fu ni fa y lo de Todos los santos pues ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario, pero vi en Instagram un vídeo de la influencer y humorista @oliva_sinhache (otra de mi club de las unicornias) en el que decía que gracias a esta importación en Galicia están recuperando el samaim y que desde cuándo hemos rechazado en este país una fiesta y que puestos a importar fiestas como si queremos celebrar una de Groenlandia y nos disfrazamos todas de foca. 

Además de hacerme sonreír, como siempre,  Oliva Sin hache me hizo pensar en que la navidad no es que venga de Burgos y todas pasamos por ella cada año sin chistar, bueno, chistando un poco las que no les gusta pero ninguna dice No me gusta porque la navidad es  una fiesta importada.

Si vamos a las raíces de cada celebración de nuestro calendario, veremos que casi todas, por no decir todas, las trajimos está aquí en un momento dado. Otra cosa es que no estuviéramos cuando las trajeron. 

Cuando yo era pequeña en las fiestas de mi pueblo no había moros y cristianos y ahora mis sobrinos no las conciben sin los desfiles y la parafernalia de los moros y cristianos ¿y tendría yo que decir que no me gusta esta fiesta porque es importada? Pues no. Las copiamos de los pueblos de Alicante donde tienen tradición de hacerlas. Por cierto ¿copiar una fiesta es importarla???? Uf, ya tengo la pregunta del día para mi amiga Chati, también conocida como IA. 

Pues eso, que el Jalogüín lo trajo, según he leído, el profesorado de inglés como una manera de enseñar la cultura anglosajona a sus alumnos y alumnas y mira hasta donde ha llegado, que ya no se concibe un treinta y uno de octubre sin criaturas dando sustos por la calle y pidiendo golosinas. 

Y digo yo, por esto de la defensa de las tradiciones, que por qué no dejamos el treinta y uno de octubre para  que las criaturas se diviertan (siempre que quieran y no se asusten, claro) y el uno de noviembre seguimos yendo a visitar a los que ya se fueron. Mira qué fácil ¿no?

Por cierto, a mí me encantaría celebrar el San Patricio de Irlanda y que todas nos vistiéramos de verde. Ahí lo dejo. 


Seguimos con el blog de los lunes, amigas

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Texto: Cris Carrasco García
Imagen: Jesuso Ortíz 



lunes, 27 de octubre de 2025

El otoño y el cambio de sus horas


 Qué pereza esto de dos veces al año tener que aclimatarse a un nuevo horario. Mi pareja me ha informado de que esto viene del otro régimen que quiso adaptar nuestro horario al de Alemania porque allí también vivían en otro régimen.
Pero es que ya ha llovido desde entonces ¿no? 

Yo voto porque nos dejen en paz de tener que optar si la tortilla de patata con cebolla o sin cebolla, de que te llamen hortera si te gusta la pizza con piña o de tener que adaptarnos dos veces al año a la hora nueva. 

Ajustemos los relojes de una vez y para siempre, por favor, que el otoño me encanta, que las calabazas me saben a golosina, que el sabor de los boniatos es un sueño, que me gusta recoger alguna que otra hojita seca y pegarla en mi diario pero me sobra el ajuste al que se nos obliga todos los años el último fin de semana de octubre y el último de marzo. Porque por unos días no sé si tengo sueño o estoy cansada y me pregunto continuamente por qué me muero de hambre o no tengo ganas de probar bocado, entre otras cosas ¿es necesario este desbarajuste?

No sé si en Estados Unidos cambiarán la hora también, pero seguro que Diane Keaton estaría de acuerdo conmigo si hubiese conocido esta realidad. Porque era muy unicornia y todas las unicornias estamos hartas de este disturbio estacional.  Por cierto, me da mucha pena que se nos haya ido esta unicornia.

Y ya que este lunes prejálogüin he mezclado los relojes con Diane Keaton, me permito otra licencia para contaros que la foto de esta semana es el cielo de octubre que he seleccionado para el reto anual de cielos de Locos del clic en Instagram. 

Parece que esta reflexión, si se le quiere llamar así, es disparatada, pero tiene un denominador común: el otoño, esa estación donde te sientas en el sofá con la mantita encima y mientras te dispones a ver una peli de romance navideño dos meses antes de navidad, tu mejor amiga te manda un whatsapp para decirte que recuerdes que esta madrugada a las tres serán las dos otra vez y que no te olvides de cambiar el reloj pero tú le respondes que en qué mundo vive porque todos los relojes de tu casa son electrónicos y se cambian solos... menos el de la cocina, que sigue siendo analógico y desde esta madrugada marcará la hora correcta porque en primavera no la cambiaste. Es que el cambio de hora te da pereza. 

Seguimos con el blog de los lunes, amigas. 

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Texto: Cris Carrasco García
Imgen: Cris Carrasco García

lunes, 20 de octubre de 2025

Eso de lo que quería hablaros... y mira lo que me ha pasado...

 


La ilustración que he puesto hoy es de mi admirada Agustina Guerrero y en ella se representa a sí misma dibujando, pero cuando, después de una tarde de echar humo, he buscado alguna ilustración para acompañar la entrada, he pensado que me representaba. 
Porque hoy, queridas amigas, quería hablaros de una frasecita que odio a más no poder y también odio a más no poder el concepto que la encierra: salir de la zona de confort. 
Como si la vida en sí no se encargara cada cierto tiempo, casi siempre breve, de sacarnos de esa zona cómoda y decirnos cual Jesús a Lázaro: "Levántate y anda". Pues no, por lo visto para los coach (algún día hablaré también de ellos y ellas y elles) y para gran parte de la psicología moderna, hay que estar siempre pensando cómo salir de nuestro nidito comodón. 
Pues señoras y señores, yo me quedo en mi zona de confort y aquí la única que tiene derecho a sacarme es la vida porque no hay otra y está hecha así. 
Y hoy venía con la idea de ponerme contundente con el tema y maldecir en arameo contra las psicologías anticonfortianas y coach repetidores como papagallos de conceptos que de tan manidos ya parecen vacíos. 
Pero la vida me ha sacado de la zona de confort, mira tú por dónde. 
Y lo ha hecho de la manera más sutil: después de comer, como cada lunes, he abierto mi ordenador  dispuesta a comenzar a escribiros cuando por mi mente ha pasado una idea que me ha hecho ir a la configuración de mi blog para intentar añadir un plugin , pero antes he tenido que mirar cómo se pone el puñetero plugin y después de varios intentos no he podido. 
Todo hubiera quedado en una anécdota pero como he manipulado configuraciones y vete tú a saber qué más, ha resultado que Lunas Violeta, cuando me he querido dar cuenta había perdido toda su identidad. No tenía ni el tipo de letra, ni los colores, ni nada de nada ¡Oh, susto!
Así que me ha tocado volver a configurar el blog con sus colores más o menos habituales y toda su parafernalia. 
Si alguna milenial me está leyendo pensará que no es para tanto... ¡claro, porque tú eres milenial!  pero es que yo soy X, generación X y encima del team informáticamente torpes, por lo que el asuntillo me ha llevado toda la tarde. 
Así que la próxima que me diga que hay que salir de la zona de confort la que va a tener que salir pero corriendo es ella. 
Otro día os hablo más extenso sobre ésto porque ahora mismo estoy que echo humo.

Seguimos con el blog de los lunes, amigas. 

***
Texto: Cris Carrasco García
Imagen: Agustina Guerrero

lunes, 13 de octubre de 2025

Reflexiones después de un poema

 


El otro día escribí un poema después de mucho tiempo sin escribir poesía y sentí que volvía a casa. 

La pesía para mí es el terreno conocido, el hogar donde sabes encontrar la caja de galletas, los platos hondos y el alargador que necesitas para enchufar el cargador del móvil y seguir teniéndolo junto a ti porque no es que esperes una llamada muy importante, no, es que no sabes si tu mente de repente se preguntará si un ciempiés se rompe una pata anda cojo o no, y claro, necesitas que san Google te saque de esa duda existencial que de repente te ha surgido mientras se está cargando el móvil. 

Bueno, que me pierdo....

En definitiva: escribí un poemita pequeño pero que me gusta. Y volví al terreno conocido, que también me gusta porque eso de salir de la zona de confort (uf, qué ganas de vomitar cada vez que oigo la frasecita) no va conmigo. Yo, como tantos otros seres, me he pasado la vida fuera de mi zona de confort y ahora que estoy en ella de aquí no me sacan ni con agua caliente. 

La poesía es eso para mí. Pero zona de confort no es publicar. Ni los grupos de poetas. Eso no. Eso está fuera del equilibrio. 

Después del poema escribí en mi diario que me sentía bien y que quizá vuelva a ser poetisa si es que alguna vez dejé de serlo  y que me acababa de venir una idea a la mente. 

La idea en cuestión es que una vez que un poema está cerrado y corregido, lo escribo a mano en mi diario y ahora voy a tener también un cuaderno solo para mi poesía, igual que tengo otro para los haikus. 

El cuaderno en sí fue un regalo de hace muchos años y no he sabido nunca en qué emplearlo pero ahora ha encontrado su sitio. Me pasa siempre con todos los cuadernos que me regalan: algunos llegan a estar años en el estante hasta que les encuentro una utilidad. Lo bueno es que antes o después siempre acabo encontrando la razón por la que llegaron a mí. 

Y como habréis deducido, el cuaderno es el de la fotografía  de arriba ¿a que es bonito?

Para terminar os dejo aquí el poema causante de tantas reflexiones:


La gaviota
bajo la lluvia de otoño,
planea, juega,
mientras yo maldigo los charcos
y la humedad del aire.
Yo soy
la que no planea con el viento,
la que no juega,
la que debe aprender de la gaviota
porque no sabe. 


Seguimos con el blog de los lunes, amigas. 

***

Texto y poema: Cris Carrasco García

Imagen: Cris Carrasco García

lunes, 6 de octubre de 2025

Tres poemas de la poetisa palestina Fadwa Tuqan (1917-2003)

 


En las olas

Las caras se desvanecieron en torno nuestro

y todo desapareció

menos el brillo azul 

de tus ojos y la llamada

en aquel brillante azul

donde mi corazón

navegó cual barco guiado por las olas. 


Las olas nos condujeron 

a un mar sin playas,

sin límites

y sin resistencia

a que las olas contaran

la eterna historia de la vida

resumida

en una mirada.

Y la tierra se inundó 

con el impulso de la marea, el viento y la lluvia.


Aquella noche

mi jardín se despertó

y los dedos del viento

arrancaron su cercado.

En mi jardín, la hierba,

las flores y los frutos estremecieron

con la danza del viento y la lluvia.

Todo se desvaneció 

aquella noche 

menos el brillo azul de tus ojos

y la llamada

en el brillante azul

donde mi corazón navegó

cual barco guiado por las olas. 

***

Solo quiero estar en su seno

Solo quiero estar en mi tierra,

que me entierren en ella,

fundirme y desvanecerme en su fertilidad

para resucitar siendo hierba en mi tierra.

Resucitar siendo flor

que deshoje un niño crecido

en mi país.

Solo quiero estar en el seno de mi patria

siendo tierra

hierba

o flor. 

***

Amo la vida

porque tengo derecho a vivirla.

Amo la tierra porque en ella

está enterrado mi hermano.

Amo el cielo porque en él

todavía vuelan los sueños. 

***

Poemas seleccionados de: 

www.poesiaarabe.com

@mujerespoetasinternacional

Traducción del árabe: María Luisa Prieto

Imagen: extraída de la página www.poesiaarabe.com

lunes, 29 de septiembre de 2025

Película, fotografía de un cielo de septiembre y documental

 


Hace unos días vi la comedia argentina Culpa Cero y me encantó su frescura, su sentido del humor y el mensaje que, dentro de la comicidad, encierra. 

La película cuenta la historia de una escritora muy famosa de libros de autoayuda que en realidad no ha escrito ninguno de los libros que se atribuye como propios sino que la autora es su secretaria... a partir de ahí se suceden un cúmulo de situaciones y planteamientos éticos que quizá hasta pueden llegar a incomodar a l@s espectador@s. 

La protagonista, Valeria Bertuccelli, hace un papel fantástico interpretando a una mujer de dudosa moral y a su lado, siempre, como una sombra, Cecilia Roth en la interpretación de una abogada incompetente hasta decir basta.

Por otro lado, en Instagram sigo el reto fotográfico de Locos del Clic en el que cada mes fotografiamos cielos que nos llamen la atención y al final de mes publicamos uno de ellos. Aprovecho que estamos a final del mes de septiembre para publicar también por aquí mi cielo elegido de septiembre: 


Espero que os guste. 

Y en último lugar, pero no por ello menos importante sino porque es el último de los acontecimientos vividos, quiero recomendar una película-documental que vi ayer en el auditorio de mi localidad y que me emocionó, sobrecogió e incluso provocó que se me saltaran las lágrimas: Las cartas perdidas

La guionista y directora es Amparo Climent y en ella, las actrices Ana Belén, Alba Flores, Marisa Paredes, Natalia Huarte, Ana Labordeta, Nora Navas, Julieta Serrano, Rosana Pastor, Luisa Gavosa, Tina Sainz, María Isasi, Ana Gracia, Karmele Aranburu, África de la Cruz, Chupi Llorente, Teresa del Olmo, Gloria Vega y Resu Morales, dan voz a cartas que mujeres republicanas escribieron durante la guerra civil y la dictadura desde la cárcel, el exilio y las represalias, el odio y la represión. 

En la proyección de ayer estaba la directora, Amparo Climent, quien hizo una breve presentación antes de comenzar y al finalizar estuvo respondiendo  a diversas preguntas que el público le formuló. 

Si tenéis ocasión de asitir a alguna de estas sesiones, os la recomiendo porque es una lección de historia desde un punto de vista que pocas veces se ha tenido en cuenta: el de las mujeres que sufrieron doble represión por ser mujeres y por ser republicanas. Y también se aprende sobre cómo funciona el cine por dentro. 

La película es del 2021 y os dejo aquí el enlace del trailer:  


Seguimos con el blog de los lunes, amigas. 

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Imágenes: 

1. Fotograma de la película Culpa Cero extraído de Internet.
2. Cris Carrasco García





lunes, 22 de septiembre de 2025

Se nos fue Robert



Robert... Si hay seres que deberían ser eternos él era uno de ellos. 

Meryl Streep, comentando sobre su relación con Robert Redford en Memorias de África dijo lo siguiente: " El animal que más humanos mata es el hipopótamo. Rodábamos cerca de un río y de pronto vimos uno nadando. Redford empezó a masajearme y a la quinta toma ya estaba enamorada. No quería que acabase nunca pese al hipopótamo" *

¿Quinta toma?????? Yo me hubiera enamorado en la primera o incluso antes de comenzar a rodar. Y seguro que el hipopótamo estaba deseando que a él también le lavara la cabeza. 

Porque si durante muchos años hubo para mí un ejemplo de hombre guapo sin ser pretencioso o arrogante o perdonavidas, ese fue Robert. 

Era el chico guapo del instituto que toda madre quiere para su hija. El chico guapísimo que no sabe o no quiere darse cuenta de que es guapísimo pero en el fondo sí lo sabe. 

Ese fue Robert. Incluso haciendo de malo era bueno. 

Contagiando la ternura del final en Tal como éramos con esa Barbara Streisand arreglándole el flequillo sabiendo que sus caminos se separaban definitivamente. 

Se nos fue Robert, el hombre y comienza la leyenda de un actor que me hizo soñar por primera vez en un cine de pueblo.

Que nos hizo soñar a tod@s.

Y que fue el primer amor de tant@s. 


Seguimos con el blog de los lunes, amigas. 

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Imagen: En el rodaje de Memorias de África. Fotografía tomada de Internet


lunes, 15 de septiembre de 2025

Cualquier tiempo pasado ¿fue mejor?

 


Durante gran parte de mi vida tuve cerca a personas muy románticas del pasado. De esas que dicen que la infancia es la mejor etapa de la vida y que la juventud es un divino tesoro y que ojalá sus hijas no hubieran crecido nunca y que entonces era más fácil encontrar trabajo, hacerse rica, publicar libros, hacerse famosa, deportista de élite o saltimbanqui

Estos argumentos me dan mucha pereza porque cuando miro hacia atrás en mi vida, cualquier tiempo que recuerde me parece triste, gris y sombrío. Y no es que no haya sido feliz nunca. He sido, como todo el mundo, feliz a ratos en cada época de mi vida pero no volvería a ninguna. Lo pasado, pasado está y fue bonito mientras duró. 

Porque en el pasado fui tonta, inexperta, imitadora de todo el mundo que me hiciera un poco de gracia y practicante eterna del querer encajar en una sociedad en la que no encajaba. 

Hasta que leí un libro que hablaba de la mujeres que no encajamos y decía :" No te esfuerces por aparentar ser alguien que se adapta porque te agotarás en el esfuerzo y será en vano porque el mundo entero sabe que eres diferente" (del título del libro no me acuerdo pero sé que está descatalogado).

Y ahí empezó mi nueva realidad que no se tradujo precisamente en volverme lista de un plumazo, ni me dio una experiencia de mil años ni dejé de imitar a todo dios que se me cruzara. No. Pero me abrió una puerta a la realidad. 

Crucé esa puerta aceptando que la cosa sería difícil. 

También acepté que estaba bien que mi infancia y la infancia en general no me parezca un lugar al que volver sino más bien un mal sueño del que huir. Como acabaron siendo lugares de los que huir el círculo literario aquel, la comunidad budista y muchos de los poemas que escribí. Todo en su día bien, pero...

Y el ahora, muy bien, gracias, pero... estoy segura que dentro de unos años, muy pocos, mi memoria calificará este presente como un tiempo triste, gris y sombrío sin que ahora mismo lo aprecie como tal. 

Tal vez sea porque recordar me da pereza.


 Seguimos con el blog de los lunes, amigas. 

 ***

Texto: Cris Carrasco García

Imagen: Cris Carrasco García


lunes, 8 de septiembre de 2025

Esas fiestas de otoño



Me pregunto si cuando comienza septiembre la mayoría de la gente se ilusionará con lo que llamo "fiestas del otoño". 

Quiero decir que con cada septiembre pienso que ya están cerca el puente del nueve de octubre, halloween y el puente del ocho de diciembre y me pongo contenta y una vocecilla interior dice ¡qué fiestas tan agradables! porque me invade el aroma del otoño, las castañas asadas, el fresco que no llega a ser frío, los mercados medievales que se hacen aquí en el pueblo... 

Pero resulta que si lo pienso bien, no participo en ninguna de ellas. 

Hace unos años iba a los mercados medievales y rara vez compraba algo. Ahora ni eso. Han dejado de gustarme porque me resultan repetitivos y han perdido la esencia que tenían cuando se crearon. 

 En el puente del nueve de octubre aquí es tradición que se vendan bandejitas de frutas hechas de mazapán envueltas en un pañuelo para el cuello y muy pocas veces compro los mazapanes. A veces alguno de mis cuñados le regala a mi madre la típica bandejita y cuando voy a comer me las saca (por qué mis cuñados le regalan a su suegra, mi madre, los mazapanes y no a mis hermanas, que son sus parejas, es algo que siempe me he preguntado en voz baja pero nunca lo he hecho en voz alta. ¿Será para hacerle la pelota a la suegra?...)

En cuanto a halloween, pues aquí en España es básicamente una fiesta infantil y hace años venían los niños de la calle y nos pedían golosinas, pero ahora aquellos niños ya han crecido y los de ahora no llegan hasta casa. 

El puente del ocho de diciembre, que nunca sé si llamar de la constitución o de la Inmaculada, adquiere dimensiones de vísperas de navidad y no está mal. En un tiempo se aprovechaba para sacar el árbol y decorar las casas, pero desde que los centros comerciales decidieron que la navidad comienza casi en septiembre, parece que cuando llegan esas fechas lo único que quiere una es que pasen. 

Y sin embargo, cuando termina agosto, pienso en los mercados medievales, las figuritas de mazapán, la decoración de navidad, el fresco que aún no es frío y me siento bien. Quizá porque de un tiempo a esta parte he romantizado el otoño.

Quizá porque se acaba la vuelta ciclista a España pero comienza OT.

O quizá porque vuelven las reuniones culturetas con las amigas donde no hablamos ni de la vuelta ciclista ni de OT pero molan mucho.

O quizá porque cada otoño me vuelvo un año más sabia. 


Comenzamos el blog de los lunes, amigas.

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Texto: Cris Carrasco García

Imagen: Cris Carrasco García