lunes, 24 de noviembre de 2025

Antes y después de las redes sociales


Hace años, antes de la llegada de Internet y sobre todo de la invasión de las redes sociales, había una línea muy clara que separaba lo que pertenecía al ámbito privado de nuestras vidas y lo que pertenecía al ámbito público. 

No me refiero a esos rumores sobre si la IA nos expía y hasta escucha nuestras conversaciones. De eso no puedo hablar porque no tengo datos que lo corroboren ni que lo afirmen. 
Me refiero, en un terreno mucho más personal, a la privacidad y publicidad de nuestras vidas. 
Antes nos molestaban las típicas vecinas cotillas perpetuamente apostadas tras la ventana y que llamábamos "viejas del visillo". Sabían toda nuestra vida y para no ser la comidilla de nuestros pueblos o barrios íbamos a tomar un café con alguna amiga a otra ciudad, otro barrio y hasta a otra provincia si hacía falta. 

Pero llegaron las redes sociales que son, a mi modo de entender, esos patios vecinales, bancos o aceras donde se sentaban las alcahuetas para ver pasar a la gente y cotillear sobre sus vidas. Los chismosos de antaño ahora son los haters que juzgan todo lo que los demás cuelgan en el infinito de Internet, pero con una salvedad: ya no recorremos kilómetros para hacer algo que no nos da la gana que se sepa o no corremos las cortinas cuando queremos privacidad. Ahora, colgamos nuestras vidas en Internet y queremos que la gente las vea, nos sigan y nos den likes. 

Está claro que no todo el mundo lo hace con el mismo empeño. Hay quien ha hecho de esta exposición su fuente de ingresos  y así ha surgido ese oficio llamado creador de contenido.
Si tengo que ser sincera diré que yo no pierdo mi tiempo viendo cómo alguien se va de viaje a aquella esquina del mundo para publicitar un resort que le ha pagado una empresa porque tiene mucha gente que cada día mira cómo el susodicho o la susodicha compra las patatas o se levanta de la cama. 

Yo sigo con este pequeño blog comentando de todo un poco y con mi cuenta privada de Instagram colgando alguna que otra fotografía en la que no salgo porque mi vida personal es ante todo y sobre todo, mía y personal.

Aunque un poquito vieja del visillo sí soy a veces pero ¿qué escritora no lo es?

Seguimos con el blog de los lunes, amigas. 

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Pd: Pido disculpas si alguna de vosotras el lunes pasado se quedó esperando una entrada pero necesité descansar. Son cosas de la neurodivergencia. 

Texto: Cris Carrasco García
Imagen: Mirjam Duizendstra