martes, 19 de julio de 2022

¡ Cagüentoya!

 



Querida Hermana:

Que sepas que hoy estoy guerrera (bueno, no hoy, llevo días, pero no he podido escribirte). 

Estoy guerrera porque estoy "mu jarta" y estoy "mu jarta" porque ya está bien. Y ya está bien porque me he encontrado con alguien que nos dice a mi compañera y a mí: " vaya tiempo que nos ha tocado vivir" y ahora leo en un periódico de tirada nacional la "teoría sociológica de un "experto" de treinta y pocos años  (que digo yo que cómo se puede ser "experto"  a los treinta y pocos años, porque Mozart sólo he conocido a uno....)  pues dice que su generación tiene "futurofobia". Hala, otra palabreja a la saca. 

Bueno, que el muchacho dice que el futuro está más negro que una mina de carbón .... Vale, ¿preferirían los jóvenes de hoy haber sido republicanos en la guerra civil española? ¿Preferirían haber vivido durante la dictadura? ¿Preferirían haber sido esclavos durante el imperio romano? ¿Preferirían haber estado en Hiroshima o Nagasaki en las fechas por todos conocidas?

Y me pregunto ¿cuándo el futuro se ha visto reluciente como una patena? ¿En qué época histórica toda ha sido bello, fácil y divertido? 

No niego que la cosa está mal pero ¿cuándo ha estado bien?

Estoy mu jarta de los mensajes pesimistas sin perspectiva histórica y mu jarta de oír y leer  que no se pueden comparar épocas históricas. ¿No ? ¿Por qué? ¿Entonces por qué y para qué existe la historia y los historiadores? 

Querida Hermana, ve y dile a los señores y señoras futurofóbicos y futurofóbicas que sigan adelante. Diles que yo terminé mi carrera universitaria en el 93, cuando los fastos del 92 nos dejaron una crisaza que hasta el enterrador se quedó sin faena. En aquel entonces Los Balcanes (sí, esa guerra olvidada), llevaban dos años desangrándose.

Y aquí estoy. 

Diles que la vida me ha ido como a todos y a todas: a ratos. Ratos bien, ratos mal y ratos catastróficos.  Aquí estoy y estamos todos los que como yo se licenciaron en un año nada recomendable y fueron esa generación llamada "X" porque éramos una incógnita que nadie sabía qué iba a ser de nosotros y nosotras. Pues aquí seguimos. 

Diles que si alguien como yo y como tantos, que nacimos cuando todavía Aquel firmaba sentencias de muerte e inauguraba pantanos, que comía cada día con un asesinado por el terrorismo y cenaba con otro, que todavía en el colegio una maestra me pegaba con un palo por no acordarme cuánto eran 3x4, que vio  llegar las primeras pateras, a los socialistas decir no a la OTAN y después a un socialista ser su secretario general, caer las torres gemelas, declarar una guerra con la mentira de que el país en cuestión tenía armas químicas,  que ha visto a muchísimos políticos y políticas de nuestra tierra acabar en la cárcel por corrupción, diles, que si yo, y todos los demás, estamos aquí, que ellos también estarán. Porque esto que he escrito aquí arriba fueron penas colectivas y a éstas hay que añadirles las propias y personales. 

¿Y cómo sobreviví? Porque entre las guerras, las crisis, la corrupción y el dolor, conocí personas que de tan maravillosas me parecían de otro mundo, porque lloré de emoción leyendo poemas de Gioconda Belli, de Benedetti y de tantos y tantas, porque me morí de envidia leyendo La casa de los espíritus (esa era la novela que yo hubiera querido escribir). Porque vi a Indurain ganar cinco tours de Francia, levantarse una ilusión obrera alrededor de un partido político recién fundado, conocí una filosofía que me enseñó que todo termina y vuelve algo nuevo a comenzar. Y tantas ternuras más. 

Así que diles, querida Hermana, que si mi generación X está aquí, ¿a dónde llegarán ellos y ellas que nacen sabiendo manejar cualquier cosa que tenga teclas y pantalla, que se han criado amarrados a las tetas de sus madres hasta que llegaron a la universidad, que saben inglés casi como su lengua materna, que todavía van a  leer por primera vez las novelas de García Márquez y tantos y tantas más, que tienen la fuerza y el entusiasmo de la juventud? Diles, que por unos segundos, piensen hasta dónde pueden llegar, a pesar de todo y de todos. 

Diles que lo disfruten.

Y a los pájaros de mal agüero, a esos y esas, se lo digo yo: ¡Dejad de minar la moral de la tropa! 

Como diría mi abuelo, que fue un joven republicano que sobrevivió a un campo de concentración francés  y que cuando se hizo viejo el primer gobierno de izquierdas le dio una paga y una medalla por haber luchado para defender la república : ¡cagüentoya! 

Cuando el abuelo decía esta frase-palabra, los nietos, que estábamos armando un guirigay de gritos y jaleo, nos quedábamos quietos, ni respirábamos y pensábamos qué estábamos haciendo mal. Pues eso: ¡Cagüentoya!


(Cris Carrasco García)

Imagen: Pues creo que Quino ¿no?